domingo, 19 de agosto de 2012

Los hermanos Marx


Pocas veces tanto talento familiar fue tan bien focalizado: cómicos, músicos, cantantes, actores… triunfaron en el mundo del vodevil, en el siempre difícil Broadway y Hollywood los hizo inmortales. Todo un símbolo de la nueva comedia que se imponía al cine mudo a base de brillantes y esmerados diálogos. Esta es la fulgurante carrera de los hermanos Marx.

Hijos de una familia de cómicos ambulantes originarios de Nueva York los hermanos Marx se abrieron las puertas a base de trabajo y carcajadas estableciendo una nueva y exitosa forma de hacer comedia alejada del histriónico y exagerado humor del cine mudo cercano al slapstick. Pese a que muchos reconocen la cara de los tres hermanos Marx más carismáticos (los tres mayores) en sus comienzos fueron cinco:

Gummo - El más joven de todos y el único que no dio el salto a Hollywood


Zeppo – Al contrario que sus tres hermanos mayores no estaba caracterizado por ninguna peculiaridad. Aparece en las cinco primeras películas de los que entonces se conocía como los “Cuatro hermanos Marx” par más tarde encauzar su vida por otros derroteros.


Chico – Un auténtico charlatán que podía embaucar al más precavido. Su histriónica manera de tocar el piano era toda una atracción que no dudaba en utilizar en sus películas.


Harpo – Su gracia residía en que se comunicaba solamente gracias a una bocina. Era un virtuoso instrumentista y destacaba sobre todo al arpa (de ahí su nombre) como bien se puede comprobar en muchas aportaciones en sus filmografía.


Groucho – El auténtico líder del grupo, dotado de unas gruesas cejas y un bigote pintados que junto a sus gafas circulares y su eterno puro le daban un aspecto grotesco. Un auténtico caradura que a base de perder la poca vergüenza que le puede quedar y con una gran verborrea consigue todo lo que se propone. Al igual que sus hermanos no duda en sacar a relucir su pasado vodevil cantando a la más mínima oportunidad.


En sus inicios en Hollywood ya eran grandes estrellas de los escenarios, así que el cambio fue algo natural y la fama pese a acrecentarse notoriamente no los cogió del todo desprevenidos.

Su primera aportación al séptimo arte es con el recién estrenado cine sonoro con “Los cuatro cocos” (1929) comedia en donde ya se puede ver a Margaret Dumont, una gran colaboradora del grupo en donde ejercía siempre de viuda ricachona de la que Groucho está siempre al acecho. Un año después ruedan “El conflicto de los Marx” (1930) ambientada en la alta sociedad con robo incluido y unos hilarantes y frescos diálogos para seguir su aventura esta vez en al mundo de los gángsteres tan de moda en los años 30 con “Pistoleros de agua dulce” (1931) y finalizando esta aportación de sus primeros años con “Plumas de caballo” (1932), creando el caos en una prestigiosa universidad.


Así es como llega un buen día en el que un director ya consolidado como Leo McCarey pone sus miras en el talento de los Marx para crear la primera de sus obras mestras de la comedia. Con “Sopa de ganso” (1933) Zeppo se despide por la puerta grande en esta excelente comedia ambientada en un hipotético reino centroeuropeo en la que es considerada por muchos como la mejor comedia de los Marx.


Con “Una noche en la ópera” (1935) repiten el éxito de dos años atrás además de aportar un de los gags más recordados del grupo: el del caótico y claustrofóbico camarote de los hermanos Marx rumbo a Milán a fin de poder triunfar en la escala en uno de sus nuevos y disparatados planes con cómicas consecuencias y es que los negocios no eran precisamente el fuerte de los hermanos Marx.


Tras hacérnoslo pasar genial en la ópera los hermanos Marx nos llevan a las carreras, siguiendo otro de sus disparatados planes los hermanos Marx nos conducen de lleno al hipódromo en “Un día en las carreras” (1937) a fin de conseguir dinero fácil para financiar sus locuras. Y siguiendo su serie de benditas locuras nos hospedan en un disparatado hotel mientras preparan el estreno de lo que creen un nuevo éxito teatral en “Hotel de los líos” (1938).


En sus dos nuevos proyectos nos llevan al circo en “Una tarde en el circo” (1939) y se atreven a rodar uno de los grandes géneros para los norteamericanos, se enfundan pistoleras y deciden hacerse ricos buscando oro a lo largo de oeste en uno de los western más desternillantes que se recuerdan con otro de sus grandes clásicos: “Los hermanos Marx en el oeste” (1940)


Tras tanto viaje y sobresaltos los hermanos Marx deciden irse de compras a una “Tienda de locos” (1941) y al igual que Charlot años atrás su presencia es suficiente para poner patas arriba todo un centro comercial a fin de poder conquistar el “monetario” corazón de la eterna solterona Margaret Dumont.


En 1946 tras un parón en su producción provocado por la segunda guerra mundial reaparecen con otro de los que se conoce como sus grandes títulos “Una noche en Casablanca” ambientada en un pequeño hotel del norte de África, que regentan lo hermanos a fin de atraer turistas a los que embaucar con un sinfín de cómicas artimañas.


Su última gran aparición conjunta para la gran pantalla llega frisando los años cincuenta con “Amor en conserva” (1949), una historia de intriga (con el toque de los hermanos Marx claro está) que gira en torno al robo de un valioso collar de diamantes y en la que ya se puede ver a otro mito de la gran pantalla: una joven Marilyn Monroe que rodaba uno de sus primeros papeles en Hollywood.


Tras “Amor en conserva” y después de veinte años haciendo reír a miles de espectadores cada uno decide partir por su lado. Obviando un posterior reencuentro en la peculiar revisión de la “Historia de la humanidad” (1957) por Irwin Allen sus apariciones cinematográficas abundan por su ausencia, siendo Groucho el más prolijo con varias apariciones en solitario. El resto de su existencia hasta su fallecimiento (los años sesenta para Harpo y Chico y finales de los setenta para Groucho) se pasan entre apariciones televisivas, memorias, vuelta a los escenarios…pero siempre nos quedarán para el recuerdo todas esa comedias llenas de frescos e hilarantes diálogos que se convirtieron en una especie de decálogo par la comedia moderna y sin las cuales a buen seguro la comedia se quedase estancada muchos más años en el gag visual.

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