Una de las eternas dudas del ser humano es dar formar al
futuro, poder prever con unos parámetros más o menos fiables lo que nos
depararán los tiempos, comprender el continuo desarrollo tecnológico y no solo
imaginarnos un hipotético mundo futuro sino poder disfrutarlo de una manera
tangible. Eso a día de hoy es totalmente imposible, sin embargo el cine nos
lleva ofreciendo hipótesis prácticamente desde que es cine. He aquí algunos
ejemplos:
Ya desde “Metropolis” (1927) de Fritz Lang se preconizó un
futuro en donde las máquinas y los hombre debería aprender a convivir. Más
adelante el películas como “Yo robot” (2004), “Blade Runner” (1982) de Scott o “Inteligencia artificial” (2001) así se corrobora.
Hay visiones mucho más pesimistas en lo que es entendido
como el cine post apocalíptico, es decir un futuro concebido en una tierra
árida y casi desértica tras diversos e hipotéticos cataclismos que nos llevan a
un futuro cuanto menos incierto. Esta versión se sustenta con títulos como “Mad max”, "Matrix” (1999), “Soy leyenda” (2007) o “El planeta de los simios” (1968).
Una mezcla entre ambas concepciones bien puede ser la famosa
saga de “Terminator” ambientada en un futuro apocalíptico en donde los humanos
lucharán por subsistir luchando contra las máquinas, toda una crítica al avance
tecnológico.
La selección genética es otro de los puntos que más crea
controversia en la actualidad el temas es tratado en profundidad en películas
como “Gattaca” (1997) o “La isla” (2005) en donde solo la sociedad elitista tiene
acceso a una dotación genética avanzada, lejos de enfermedades y
discapacidades.
El cine también diseñó un futuro opresivo en donde la gente
vive alineada no solo por la perfección genética como vimos con anterioridad
sino por otro tipo de necesidades que se vuelven privilegio de unos pocos como
el tiempo en “In time” (2011) o el acceso a la sabiduría de los libros en “Fahrenheit 451”(1966).
Otro sueño visionario de todo aquel que se plantea hacerse
una idea de nuestro futuro son las ciudades: megalópolis que sortean la
superpoblación mundial con altísimos rascacielos que las convierten en una
especie de ciudades flotantes con un tráfico infernal, y un caos aparentemente
organizado. Ciudades retratadas por el cine en películas como “El quinto elemento” (1997) o “Minority report” (2002).
Si a día de hoy presumimos de globalización el cine
futurista tampoco se queda corto al hacer hincapié en ello. Un planeta poblado
de seres de distintas galaxias que coexisten pacíficamente como si de
compañeros se tratase eso si siempre viene tener a los “Men in black” por si
alguno se le olvida lo que es el pacifismo en el que la gente acude a la
realidad virtual para aderezar su existencia como en el caso de “Desafío total” (1990) o más recientemente en “Origen” (2010).
Lo único que podemos tener seguro es que solo el paso de los
años nos hará ver si todas estas predicciones y visiones son aproximadas o si
hemos divagado demasiado a la hora de imaginarnos un futuro cinematográfico, de
todos modos siempre le podemos preguntar a Marty McFly que es todo un experto
en esto de viajar al futuro.
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