Un subgénero a caballo entre el terror la acción que cuenta con muchos adeptos
dentro del cine es el cine de monstruos. Seres gigantescos que siembran caos y
confusión allí por donde suelen aparecer conduciendo a los atemorizados
protagonistas a situaciones límite a fin de salvar no solo su propio pellejo
sino muchas veces el entorno que los rodea.
Hablar de monstruos salvajes y de dimensiones exageradas es
hablar de Godzilla (y la posterior oleada de cine Kaiju [de monstruos] que su
éxito desató en Japón), esa especie de lagarto gigante radioactivo que traía
los japoneses en jaque y que posteriormente gracias a continuos remakes incluso
a los americanos. También es hablar de King Kong, el simio gigante más famoso
de la gran pantalla y toda una referencia del género en sus diversas
adaptaciones. La importancia de Godzilla y de King Kong en el subgénero los
hacen merecedores de un post a parte, pero sin duda este post estaría
incompleto sin la mención a sus dos grandes referentes.
Más allá de King Kong y de Godzilla y pensando globalmente
podemos dividir de una forma una tanto relativa a cuatro tipos de grandes
monstruos según su origen:
- Monstruos clásicos
- Animales monstruosos afectados por radiaciones.
- Monstruos desconocidos de las profundidades.
- Monstruos fruto de la imaginería y supersticiones.
Monstruos clásicos
Especie de cajón de sastre en donde en parte de englobar
obviamente a los dos protagonistas más reconocibles del post irían los
monstruos de los grandes clásicos de los años cincuenta, verdadera época de
auge en este subgénero. “La mujer y el monstruo” (1954) o “La cosa del pantano” (1982) serían los candidatos idóneos para acompañar a Godzilla y King Kong en
este apartado un tanto heterogéneo.
Monstruos y radiación
Dentro de este grupo tenemos un variopinto conjunto de los
más diversos animales desde insectos gigantescos como “Tarántula” (1955), la
primera de muchas apariciones arácnidas en el cine, o un ejercito de hormigas
radioactivas que ponen en peligro la integridad del planeta en “La humanidad en peligro” (1954).
El medio acuático tampoco es muy recomendable a no ser que queramos encontrarnos en serios apuros. Descomunales serpientes que atacan a intrusos en remotos ríos de la jungla como en “Anaconda” (1997), bancos de voraces y furiosas pirañas, cocodrilos de una tamaño descomunal como en “Mandíbulas” (1999) o tiburones superinteligentes y de gran tamaño gracias a la selección genética en “Deep blue sea” (1999).
Toda serie de seres surgidos de lo más profundo del planeta
que de manera más o menos casual un buen día deciden darse un paseo o bien son
encontrados y liberados por arriesgadas expediciones a recónditos lugares.
Toda una saga como la de “Temblores” está ambientada en
misteriosos seres subterráneos que deciden emerger a la superficie en aislados
pueblos para sembrar el caos. De la misma forma se manifiesta “La bestia del Averno” (2011), en su versión de dudosa reputación hecha para televisión.
De las profundidades marinas también surgen monstruos como el mítico “Kraken” (2006) o “La bestia marina” (2008), extraños monstruos todos ellos habitantes de las zonas abisales, esa zona entre tinieblas y totalmente inexplorada que muchas sorpresas puede deparar aún.
En cada país o continente siempre hay todo tipo de
supersticiones e historias más o menos creíbles sobre seres sobrenaturales que
merodean por la zona. Así surgen las leyendas de seres como el “Yeti” (2009),
en el Himalaya, el Bigfoot (2012) en los bosques más profundos de los EEUU, o
los trolls (2010) de la cultura escandinava.
Otros seres más universales basados en la mitología o creencia populares de distintas épocas o países también tiene cabida de alguna u otra forma dentro de este subgénero es el caso de dragones, cíclopes o gárgolas.
Con ello repasamos a toda una serie bien variada de seres enormes y con no muy buenas intenciones que de algún modo u otro se las ingenian para salir de sus escondrijos para sumir al mundo en un caos que tarde o temprano el ser humano debe controlar para que todo vuelva a la normalidad.
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