Lo de Greta Garbo con el cine fue amor a primera vista, ella
quería las cámaras y las cámaras la querían a ella. Con ella nació el star
sistem, el sistema de casta de grandes actrices y actores, la publicidad a
raudales y la gran acogida del gran público. Con ella nación “la divina”.
Nacida a principios de siglo en el frío Estocolmo en el seno
de una humilde familia, Garbo pronto comienza su relación con el séptimo arte,
eran los pretéritos tiempos del cine mudo en donde Suecia era una de las
capitales del séptimo arte en donde grandes pioneros como Stiller o Sjostrom
preparaban las primeras obras de arte del cine.
Precisamente a las ordenes de Stiller se puede ver a una
joven Greta Guftanson (su verdadero nombre) empezar lo que sería su breve pero
meteórica experiencia en el mundo del celuloide. De todas estas primera y mudas
apariciones destacamos “La saga de Gosta Berling”, basada en la famosa novela
de Selma Lagerlöf y un preciso retrato de la Suecia del siglo XIX.
El éxito de cine europeo pronto se ve arropado por el
norteamericano, que más rico e influyente no duda en echar sus redes en los
excelentes viveros de Europa y así es como múltiples artistas hacen sus maletas
y se marchan al país de las oportunidades en su particular búsqueda de fama y
poder. Entre todas estas personas se incluyen la joven Greta Garbo y el ya
afamado director Mauritz Stiller.
Junto Stiller comienza su andadura por el incipiente cine
americano con un drama romántico de poca repercusión como fue “La tierra de todos” (1926), sin embargo su primer gran éxito y título reseñable al otro lado
del charco sería su interpretación de “Ana Karenina”, según la obra de Tolstoi.
Tras estos primeros trabajos en suelo americano llegan
títulos reconocidos como “La mujer divina” (1928) de la que apenas se conservan
ocho minutos, pero que valió para darle el sobrenombre por el que será para
siempre conocida o la más exótica “Orquídeas salvajes” (1928).
En los años treinta Garbo tuvo que pasar la dura prueba de
transición del mudo al sonoro, muchos eran los actores y actrices de éxito que
no lograban adaptarse a tan importante y definitivo cambio, sin embargo el
carisma de la divina seguiría llenando pantallas de todo el mundo con el cine
sonoro, de hecho su primera película sonora (“Anna Christie”) fue su primera
nominación a los Oscar y la Garbo triunfaba como bien rezaban los famoso
eslóganes “La garbo habla…”. Greta Garbo saboreaba las mieles del éxito cuando
decide enfundarse vistosos vestidos para convertirse en la “Mata hari” más
seductora de la historia del cine.
Tras el éxito de su primera experiencia sonora, repite
nominación un año después con “Romance” y se catapulta definitivamente al
olimpo de los dioses y diosas de la gran pantalla con la mítica “Gran Hotel” (1932). Por fin estaba claro que la aventura de la Garbo por Norteamérica, por
la que sinceramente pocos apostaban se había afianzado hasta límites
insospechados. Greta Garbo era sin duda la actriz del momento en los años
treinta.
Tras el rotundo éxito de “Gran Hotel”, Greta Garbo brilla
interpretando a la famosa “Reina Cristina de Suecia” (1933) de Rouben Mamoulian
en otro título que a buen seguro se encuentra entre sus papeles más recordados
y vuelve a su género predilecto con otro renace de gran éxito como “El velo pintado” (1934), reciente y nueva adaptación al cine.
A mediados de los años treinta Ana Karenina vuelve a la vida
de Greta Garbo para sustraer una de sus mejores interpretaciones (premiada
incluso con el premio de círculo de críticos de Nueva York). Y con Camille (“La reina de las camelias”) cierra su participación en adaptaciones de literatura
clásica (en este caso de Dumas hijo) con su tercera nominación a los Oscar.
En sus dos siguiente películas, con las que cierra la
década de los treinta interpreta a mujeres de este en la primera a “Maria Waleswka” (1939), siguiendo la relación entre una aristócrata polaca y el mismísimo Napoleón (Charles Boyer) y en la segunda a la conocidísima “Ninotchka” (1939),
quizá su película más popular y publicitada con el eslogan Garbo ríe!, en
alusión a su primera película sonora (Garbo habla!) y en referencia a la famosa
escena final con carcajada incluida de una actriz y persona de rostro
impenetrable que acentuaba más quizá su frialdad y hermetismo ante el gran
público, tanto en sus interpretaciones como en su vida privada y por la que
lograría su última nominación al Oscar (premio que nunca se llevó, algo que
solventó la academia concediéndole uno en 1954, ya retirada, por todos los
logros en su carrera y que fiel a su estilo rechazó)
Visto el éxito de Ninotchka (su primera comedia), Cukor el
gran director de mujeres y de comedias la recluta para su nuevo proyecto, “La mujer de las dos caras” (1942), pocos desconfiarían que esa alocada comedia
sería la última de la filmografía de una de las más grandes y fascinantes
actrices que ha dado Hollywood, pues tras ella y a la temprana edad de 37 años
Greta Garbo anunciaba su retirada en lo más alto. Su vida continuaría la margen
de los focos y las grandes fiestas. Una vida que decidió vivir a su manera, de
forma introvertida y tranquila hasta que ya de anciana y aun recordada por
muchos se apagaba su estrella a los 84 años. Con ella nos dejaba la primera
gran estrella femenina del cine mudo que consiguió trascender y adaptarse de
una manera sobresaliente a las exigencias del sonoro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario