Quizá no tenga el glamour refinado de Audrey Hepburn, las nominaciones al Oscar de Katherine Hepburn o no fuese acuñada como el animal más bello del mundo como Ava Gardner, pero si buscamos un mito femenino dentro del universo de Hollywood a la mayoría de nosotros posiblemente nos venga a la mente la imagen de Marilyn Monroe. Es cierto que su calidad interpretativa y compromiso con las mayors era más que cuestionable, pero todo ello era compensado con el glamour y carisma que la hacían el sueño de todo hombre y en modelo a seguir de toda mujer de los cincuenta. Si a ello le sumamos publicidad a raudales, una tumultuosa y aireada vida privada y un desdichado y prematuro final la actriz finamente da paso al mito.
Norma Jeane Baker, su verdadero nombre, nace en 1926 en Los Ángeles, la meca del cine. Pese a su dura infancia, su extraordinaria belleza y desparpajo pronto le abren las puertas de agencias publicitarias y de modelos que la hacen ser conocida cada vez más en el mundillo de Hollywood. De esta primera época datan trabajos que años después saldrán a la luz, vendiendo el morbo de los mismos, como su famoso posado en Playboy o sus participación el películas de dudosa reputación.
El primero en captar la esencia de Marilyn fue el magnate Howard Hughes, el que precedido por su fama de mujeriego y cinéfilo, pone sus miras en esa destacada jovencita como futura estrella de la RKO. Es resultado del mismo fueron pequeñas y colaboraciones, alguna en importantes películas como “Amor en conserva” (1949) con los delirantes hermanos Marx, “La jungla de asfalto” (1950) de John Huston o una de las obras maestras de Mankiewicz “Eva al desnudo” (1950); sin embargo el verdadero debut de Marilyn vino de la mano del maestro Howard Hawks y de la mano ni más ni menos que de una estrella consagrada de la época como Cary Grant en la fresca e inolvidable comedia “Me siento rejuvenecer” (1952).
Los años cincuenta fueron la época de su mayor apogeo. Lució palmito en Tecnicolor en “Niágara” (1953) de Henry Hathaway de metió de lleno en el western de mano de Otto Preminger en “Río sin retorno” (1954) o participa en proyectos de directores más independientes como Joshua Logan en “Bus stop” (1956).
Pero Marilyn será recordada sobre todo por las comedias y musicales que provocaron que su glamour de desbordara a raudales, y que pese a su ya sabida dificultad a la hora de interpretar, su presencia se antojase imprescindible para sacar la película adelante. Hablamos del caso como los musicales "Los caballeros las prefieren rubias” o “Como casarse con un millonario”, ambas de 1953 con números tan antológicos como la célebre “Diamonds are a girl’s best friend”.
En cuanto a las comedias también resulta inolvidable su vestido blanco levantado por la corriente del metro neoyorkino mientras Tom Ewell enloquecía con la magnífica “La tentación vive arriba” (1955) de Billy Wilder, pero sin duda su gran obra maestra llega con una de las mejores comedias de la historia del cine “Con faldas a lo loco” (1959) también salida del genio de Wilder y con un Jack Lemmon y un Tony Curtis inconmensurables.
Su última gran película (recordemos que el fatal desenlace de Marilyn sobrevino durante el rodaje de “Something gotta give” [1962] de la que se conservan sus famosa imágenes en la piscina) fue “Vidas rebeldes” (1961) de John Huston y basada en el guión del que fuera su marido el dramaturgo Arthur Miller. Película que por cierto también sería la última de Clark Gable, que fallecía fulminado por un infarto poco después de finalizarla.
De su prematura y aireada muerte mucho se lleva hablado: suicidio, conspiraciones, asesinato, depresión…miles y miles de ríos de tinta lleva ha hecho correr sin llegar a nada objetivo, salvo la causa de la muerte (una ingestión masiva de barbitúricos). Atrás quedan cuatro matrimonios muchos de ellos muy mediáticos como el del ya mencionado Arthur Miller, o el de la estrella de beisbol Joe DiMaggio e incluso serios (aunque nunca demostrados) rumores de romances con personajes tan destacados como el mismísimo JFK (de ahí los continuos rumores conspiratorios en torno a su muerte). Lo que si es cierto es que con Marilyn se apagó un de las estrellas más brillantes del Hollywood clásico y como se suele decir para muestra un botón…