Mucho antes de que llegara el cine el público ya se divertía
con el teatro, la ópera o las variedades, sin embargo uno de los grandes
entretenimientos de todos los tiempos es el circo. No son olvidemos que ya los
grandes de Roma contentaban al pueblo con la famosa frase “Más pan y más
circo”. Esas cruentas batallas entre gladiadores o entre fieras eran, a parte
de un azote para los primeros cristianos, auténticas víctimas de tal
carnicería, el sustento social de un pueblo ahogado por impuestos para las continuas
guerras para controlar el imperio.
El caso es que a parte de aquella lejana referencia el circo
ha ido evolucionando hasta nuestro días, pasando por auténticos freak shows de
hombre y mujeres con ciertas cualidades que los hacían distintos al restos de
los mortales, como habilidades especiales o incluso malformaciones, al circo de
animales salvajes domesticados capaces de llevar a cabo un sinfín de
impresionantes rutinas o al ya más común hoy en día circo de acróbatas y todo
un espectáculo de luz. Color y sonido que encanta tanto a niños como a no tan
niños.
El mundo del circo ha sido recogido prácticamente desde el
nacimiento del cine. Ya desde la época del lejano cine mudo se ven obras
maestras como las de Tod Browning, una genial muestra del freak show, con
esperpénticos personajes que nos hipnotizan desde la gran pantalla
inmiscuyéndonos en lo que sería el mundo del circo de principio del siglo
pasado, obras como “La parada de los monstruos” (1932) o “Garras humanas” (1927) son a día de hoy auténticas obras de culto, o la más temprana todavía
“El que recibe el bofetón”, debut de Sjostrom en los EEUU, con un inquietante
Lon Chaney.
Sin embargo en estos primeros años la obra que encumbra el mundo del circo es obra de Chaplin. Toda un obra maestra en donde Charlot ha de vérselas enrolado en el mundo del circo, en donde incluso encontrará el amor. Temática circense que el propio Chaplin evocaría años más tarde en “Candilejas”, todo un homenaje a los payasos y cómicos circenses.
Los grandes cómicos del mundo del cine se han visto enrolados a lo largo de la historia de una manera u otra en el mundo circense. Así podemos ver las locuras de los hermanos Marx en “Una tarde en el circo” (1939) o el cómico thriller de los noventa “Sombras y niebla” (1991) de otro genio de la comedia como Woody Allen.
El cine de animación también ha contribuido a difundir la imagen del cine entre los más pequeños. Ya en los años treinta Mickey se divertía en su propio circo, y una de las películas más recordadas y famosas de la factoría disney como fue el entrañable elefantito “Dumbo” (1941) también sucedía en un circo y es más este año pasado las intrépida tropa de “Madagascar” firmaba su tercera película como un circo ambulante.
El circo también fue fruto de grandes superproducciones como "El mayor espectáculo del mundo” (1952), “Trapecio” (1956), ambientadas en los peligrosos y altos cables de los trapecios o “El fabuloso mundo del circo” (1964) con el mismísimo John Wayne enrolado en una troupe circense.
El circo también tiene sus vínculos con el western tal y como se aprecian en obras como “Bronco Billy” (1980) de Clint Eastwood o ”Buffalo Bill y los Indios” (1976), en donde el propio Eastwood y Paul Newman, demuestran respectivamente sus dotes con el revolver y el caballo para deleite de múltiples espectadores.
Ya más recientemente pudimos disfrutar del mundo del circo en dramas románticos como “Agua para elefantes” (2011), con un humor negro muy particular en “Balada triste de trompeta” (2011) o experimentos al estilo Terry Gilliam en “El imaginario del Dr. Parnassus” (2009).
El mundo de la televisión no se escapa ala fenómeno del circo. Inolvidables para toda una generación de niños españoles son los famosos “Payasos de la tele”. Payasos también adaptados en un documental para la televisión por Fellini en 1970 o más recientemente la vuelta a la palestra del fenómeno del freak show y el vaudeville gracias al éxito de la serie “Carnivale”.
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