lunes, 25 de febrero de 2013

David Niven




En David Niven vemos personificada la imagen del perfecto caballeo inglés, su pelo perfectamente engominado y peinado y su cuidado bigote, que conservó hasta el fin de sus días, eran la seña de identidad de una actor que siempre destacó por su corrección y saber estar además de por su sobria elegancia, tanto fuera como dentro de la pantalla, algo normal puesto que era todo un descendiente de la aristocracia británica.

Sus primeros años en Hollywood destacan por su participación, en mayor o menor escala en grandes éxitos de la década de los treinta como “La carga de la brigada ligera” (1936), clásica película de acción y aventuras de Errol Flynn y Olivia de Havilland, en un de las versiones de “El prisionero de Zenda” (1937) o el gran clásico “Cumbres borrascosas” (1939) como contrapunto a Laurence Olivier.


Los años cuarenta vienen marcados por su consolidación profesional ya con papeles protagonistas en diversas cintas, en donde suele encarnar al perfecto caballero, como en “Un matrimonio perfecto” o “La mujer del obispo”, ambas de 1947 además de importantes hechos que viene a marcar su vida privada como la segunda guerra mundial, en donde Niven regresa a Inglaterra a combatir al enemigo y seguir trabajando en alguna que otra película de propaganda bélica o su fatídico matrimonio con una joven aristócrata que acabó en desgracia por un fortuito y desgraciado accidente que deja a Niven viudo poco tiempo de haber contraído nupcias.


Los cincuenta son testigo de sus grandes papeles, cintas de aventuras como “Tres soldados” (1951), se conjugaban con otras más de tinte romántico “La lotería del amor” (1954) o “Un mayordomo aristócrata” (1957), aunque la figura de Niven cobró notoriedad al participar en la gran adaptación de Verne “La vuelta al mundo en 80 días” (1956), como un más que creíble Phileas Fogg, personaje que por otra parte le venía como amillo al dedo.


Sin embargo y pese a la notoriedad del personaje de Verne su gran éxito personal llega con “Mesas separadas” en donde consigue su único Oscar a mejor interpretación , en lo que a la postre también sería su única nominación a lo largo de su carrera.


Los años sesenta quizá sean los de más relevancia pare David Niven, al menos en cuanto a su participación en una serie de proyectos de gran importancia que entrarán por méritos propios en la historia del cine. Para empezar Niven participa en dos superproducciones como “Los cañones de Navarone” (1961), todo un clásico del cine bélico y la inolvidable “55 días en Pekín” (1963).


Sus otras dos grandes aportaciones de la década serían el inicio de dos famosas sagas. La primera la de la pantera rosa, cuyo primer eslabón, allá por 1963, cuenta con la presencia estelar de Niven en el reparto, algo que también sucedería en sucesivas versiones tanto en en 1982 como en 1983. La otra es su participación en “Casino royale” (1967), lo que se le considera la primera piedra de los que sería el posterior fenómeno del agente secreto más conocido de todos los tiempos, estamos hablando por supuesto de Bond, James Bond.


Su madurez la dedica a participar entre otros proyectos reuniéndose con viejos compañeros de profesión en interesantes adaptaciones de Agatha Christie como “Muerte en el Nilo” (1978) o sátiras policíacas como “Un cadáver a los postres” (1976). Tras ello su aparición en la gran pantalla fue cada vez más esporádica hasta que a principios de la década de los ochenta le era diagnosticado una severa esclerosis, que finalmente se lo llevaría unos pocos años después a la edad de 73 años. 


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