Jean Luc Godard pasa por ser uno de los principales
artífices del resurgimiento del cine europeo allá por los sesenta. Al resguardo
de la ya mítica “Cahiers du cinema” y junto a otros muchos críticos y cineastas
franceses insuflan un soplo de aire fresco al ya atoldado cine europeo con un
nueva vanguardia que todo conoceríamos como la nouvelle vague (o nueva ola) de
la que ya hemos hablado pormenorizadamente post atrás.
Sus primeros trabajos fueron auténticos y novedosos ensayos
de un cine sencillo que tributaba homenaje a los grandes clásicos a la vez que
por su dinamismo y perfección asombraba a crítica y público.
Tras unos cuantos cortos y ensayos bajo la sombra de
“Cahiers du cinema” su presentación en sociedad no podía ser más brillante. En
1960 firmaba una auténtica obra de culto y referencia de la nouvelle vague como
“Al final de la escapada”
Su siguiente gran éxito tendría a la sensual Brigitte Bardot
como protagonista con “El desprecio” (1963). Una película sobre cine en donde
el excelente director francés “liberaba” todo sus conocimientos previos
adquiridos tras mucha experiencia como crítico y pensador de cine.
A renglón seguido rueda “Una mujer casada” (1964), un
perfecto retrato de 24 horas de novedad, de juego, de sensibilidad…de
infidelidad, pero sobre todo ese año será recordado por “Banda aparte”, otro
título mítico dentro no solo de su filmografía, sino del movimiento
vanguardista que en esos días estaba convulsionando al mundo, al menos
cinematográficamente hablando.
Con su siguiente película indaga en el campo de la ciencia
ficción con “Lemmy contra Alphaville” (1965) nos relata un futuro en donde la
sociedad parece vivir alineada a las máquinas todo una metáfora de lo que
parece que se va convirtiendo la sociedad de manera paulatina.
En “Pierrot el loco” (1965) se vuelve a reunir con Belmondo,
con quien compartiera tanto éxito en “Al final de la escapada”, el resultado es
otra curiosa y frenética escapada que se convierte en un nuevo éxito en la
filmografía de ambos.
Con “Masculino, femenino” (1966) y “La chinoise” (1967) y la polémica “Week-end” (1967) muestra su lado más reaccionario y contestatario. Tres críticas sociales
que ahondan en facetas de una sociedad que el cree corrupta y por lo tanto muy
mejorable.
Tras años dedicados a cortos, interpretaciones y
colaboraciones con distintos cineastas europeos vuelve a la palestra con “Todo va bien” (1972). Una disección de todo lo ocurrido en el famoso París de 68.
Una revolución cultural y social que pretendía romper con lo establecido en una
búsqueda de una sociedad más igualitaria.
Otra faceta muy destacable de Godard es su afán
documantalista. Suyo es el trabajo “Sympathy for de devil”, retrato de los
famosos Rolling Stones en el apogeo de su fama, la serie “Historie(s) du cinema” (1988), un precioso collage como su particular homenaje al cine y sobre
todo el mítico encuentro “Meeting Woody Allen” en donde en una escasa media
hora el cineasta francés intercambiaba pareceres con otro genio del séptimo
arte como es Woody Allen.
El lado más desconocido de Godard quizá sea el
interpretativo. En sus afán de un control global del cine como director,
guionista e incluso productor hace sus pinitos como actor. Muchas veces el
películas suyas o de sus colegas de vanguardia como Vardá o Rohmer.
A día de hoy un Godard ya anciano sigue rodando de manera
paulatina obra como “Elogio del amor” (2001), enésimo homenaje suyo al cine o
“Nuestra música” así lo atestiguan y precisamente para 2013 se espera con ansia
su nuevo trabajo “Adieu au langage”, quien sabe sui quizá como reza el título
su despedida cinematográfica. Solo el tiempo lo dirá.
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