miércoles, 30 de noviembre de 2011

Buster Keaton


Hijo de comediantes ambulantes la carrera de Keaton empezó de bien joven y no paró hasta ser uno de los actores más reconocidos del viejo Hollywood.

Está claro que no tuvo la misma trascendencia que un Charles Chaplin, ni la calidad interpretativa de un Emile Jannings, pero Buster Keaton a base de slap-stick consiguió convertirse en una de las mayores estrellas del cine mudo, firmando auténticas obras de arte para la historia del cine.

La historia del joven Keaton nace con el recién estrenado siglo XX, y es que con tan solo cuatro añitos sus progenitores deciden incorporarlo a su número de variedades: los “Dos Keatons” pasan a ser los “Tres Keatons”.


Desde un principio se le ve encantado con su nuevo rol, y su padrino, ni más ni menos que el gran Houdini (que compartía compañía con sus padres) decide rebautizarlo con el que a la postre sería su nombre artístico: Buster (no olvidemos que Keaton nace como Joseph Francis Keaton) debido a su gran temple y aguante en el escenario.

Durante esta época Keaton aprende todo tipo de acrobacias y números de vodevil que le serán útiles años después para desempeñar su papel en sus famosos slap-stick (comedias caracterizadas por una serie de gags basados en una exageración de la violencia física).

Keaton crecía feliz y “maltratado” por los escenarios de toda América de la mano de sus padres, pero el sentía que el vodevil no llenaba todo el torrente artístico que tenía dentro así que ni corto ni perezoso deja la compañía y se va con lo puesto a Nueva York a buscar suerte en el teatro.

Poco a poco y no sin esfuerzo Buster Keaton se va granjeando un nombre en el mundo de la variedades de Broadway, pero el gran giro de su vida aparece cuando conoce por casualidad al conocido actor de cine Roscoe “Fatty” Arbuckle, el orondo actor queda prendado de los números de Keaton y le ofrece la posibilidad de colaborar con el en sus cortos. La carrera de Buster Keaton (o “Pamplinas” como será conocido en España) acaba de comenzar.


Tras casi una decena de películas co-protagonizadas junto a Arbuckle irrumpe la Primera Guerra Mundial, y Keaton, junto con otros muchos jóvenes americanos se alista para ir a Europa. De allí se traería el horrible recuerdo de una desoladora guerra y una infección de oídos que lo dejó casi sordo.


En su vuelta a Hollywood comenzó trabajar en solitario, entre otras cosas porque Arbuckle, bajo sospecha de violación, apenas actuaba ya. Su primer corto como protagonista en solitario fue “Vecinos” (1920).

La entrada de los años veinte conllevó el ascenso meteórico de la fama de Keaton. Los éxitos comenzaron a sucederse. Tras innumerables y esperados cortos (“El espantapájaros [1920], “La cabra” [1921] o “La casa eléctrica” [1922]). Su primer taquillazo (“Las tres edades” [1923]) resulta ser una sátira del éxito de D.W. Griffith “Intolerancia” (1916).


Siguiendo la estela de “Las tres edades”, Keaton va la zaga de nuevo con éxito tras éxito: la hilarante “Las siete ocasiones” (1924) con su inolvidable persecución final, “El rey de los cowboys” (1925) en donde satiriza el western, género norteamericano por excelencia y una de sus obras más conocidas, y a su vez una obra de arte “El moderno Sherlock Holmes” (1924).


El éxito de Keaton era abrumador, tanto que ya había creado su propia productora (Buster Keaton Comedies) e incluso dirigía sus propios filmes. Su culmen llega en 1926 con el estreno de “El maquinista de la general”, no solo su obra maestra, sino una auténtica joya del cine mudo. Una perfecta muestra de compañerismo ambientado en la guerra de la secesión americana.


Tras la misma Keaton estrena otros de sus dos grandes éxitos: “El héroe del río” (1928) y el “El cameraman” (1928) para finalizar la época del cine mudo con “El comparsa” (1929).


Al contrario que a Chaplin, que si se supo reciclar, el paso del cine mudo al sonoro fue un serio contratiempo para la carrera de Keaton. Su “chispa” basada en cómicos gags desapareció, ahora era más valorado el humor basado en frescos diálogos, más en consonancia con las películas de los hermanos Marx o las de Mae West.

La carrera de Keaton se fue devaluando hasta caer prácticamente en el olvido. Solo ya en los cincuenta el cine decide rendirle un último homenaje a uno de los grandes cómicos de la historia del cine con apariciones en “El crepúsculo de los dioses” (1950) de Billy Wilder, “El mundo esta loco, loco, loco” de Stanley Kramer (1963) o “Golfus de Roma” de Richard Lester (1966), pero sobre todo por una impagable escena final junto a Charles Chaplin en “Candilejas”: dos genios de la comedia reunidos en un mismo plano.


Su despedida para el gran público lo hacía con la citada “Golfus de Roma”, Keaton moría ese mismo año a la edad de 70 años. Con Keaton moría una forma de hacer comedia. Un comediante que a lo largo de su extensa trayectoria curiosamente jamás lució una sonrisa.


martes, 29 de noviembre de 2011

El sistema de estudios cinematográficos


Casi a la misma vez que el propio nacimiento del cine aparecen los estudios cinematográficos. Grandes empresas que pretenden controlar todo lo relativo a esta nueva industria. Los estudios se encargaban de tener en nómina desde los propios actores y actrices o directores, que del día a la noche se convierten en estrellas con astronómicos sueldos, pasando por decoradores, estilistas, guionistas…todo lo necesario para desarrollar un película.

Si bien en Europa también aparecieron grandes estudios cinematográficos como  la  mítica UFA alemana, los estudios Ealing británicos o los Cinecittá italianos, al hablar de este tipo de empresas a todos nos viene a la mente una palabra (o ciudad): Hollywood.

Todo se remonta a comienzos del siglo XIX. La difusión del kinetoscopio de Edison y la llegada a América del cinematógrafo de los Lumière consigue una rápida expansión de lo que muchos veían como, un gran negocio; una nueva fiebre del oro se asentaba en los Estados Unidos.

Los grandes empresarios pronto se dieron cuenta de la falta de infraestructuras para llevar a cabo películas cada vez más elaboradas. Lejos de instalarse en lo que hasta el momento era la gran urbe de las variedades y el teatro y cuna de los grandes actores como era Nueva York y su conocido Broadway, y escapando del monopolio de comercialización que tenía Edison con su kinetoscopio, estos visionarios ponen sus ojos en la costa pacífica, en una zona desértica cercana a Los Ángeles. En pocos años lo que era desierto se convierte en la meca del cine: acaba de nacer Hollywood.

La época dorada del star sistem americano se extiende desde los años veinte, época de su formación, a los cincuenta, en donde ya comienza  ser evidente el declive de estos grandes gigantes. Estos estudios se promocionaban gracias a las estrellas que conseguían tener en nómina a cambio de sustanciosos contratos que les reportaban dinero y que por contra coartaba su libertad, (solo podían actuar para otras mayors si su propio estudio los cedía). Era una época en la que los actores no se aventuraban a llevar a cabo su carrera al margen de los estudios. La falta de contrato era en la mayoría de los casos sinónimo de escasa publicidad  y por ende de fracaso.

En los cincuenta la difusión masiva de la televisión, con la consabida pérdida de espectadores del cine, las insostenibles deudas que los estudios llevaban acarreando años y la emancipación de los actores dieron al traste con estos gigantes de la industria, cerrándose con ello el ciclo dorado del cine norteamericano. Los grandes estudios o mayors podemos resumirlos en estos seis estudios:

20th Century Fox


Actualmente pertenece a un conglomerado de empresas bajo las directrices del magnate de la comunicación Rupert Murdoch . La 20th Century inició su andanza con el cine mudo, encumbrando a actrices como Theda Bara. Su máximo apogeo llegó en los treinta y los cuarenta cuando tenía en nómina a grandes actores y actrices como Tyrone Power, Henry Fonda o Marilyn Monroe.

Walt Disney


Un visionario como Walt Disney consiguió un gran éxito con el cine de animación. Ya desde el gran éxito de “Los tres cerditos” en la década de los treinta o su primer largometraje “Blancanieves y los 7 enanitos”, que constituyo un hito en la historia del cine, la Disney evolucionaba como una de la mayors más importantes. Actualmente es el mayor emporio del cine. Dedicado sobre todo al cine de animación (incluso recientemente compra los estudios alternativos de animación Pixar), mantiene el nivel fuera de este tipo de cine con grandes taquillazos como la saga de “Piratas del Caribe” por ejemplo.

Universal


Fundada por Carl Laemmle se especializó en westerns, melodramas y películas de terror, entre las que se cuentan hitos como “El doctor Frankenstein”  (1931) y "La novia de Frankenstein" (1935) ambas de James Whale o “Drácula” de Tod Browning (1931), a parte de los éxitos de la juvenil Deanna Durbin y los seriales de Abott y Costello.

Warner Bros


El sueño de los cuatro hermanos Warner se realizó con la llegada del sonoro, pues fueron ellos los que tuvieron el honor de estrenar la primera película sonora (“El cantor de jazz”  de Al Johnson [1927]). Este gran éxito les deparó la oportunidad de poder producir gran número de películas en los años venideros. y a embarcarse en el mundo de la animación de la mano de sus afamados Toons Fueron también los impulsores del technicolor. Actualmente vive de grandes éxitos como la saga de Harry Potter y de las sustanciosas cantidades que les reportan sus parques temáticos Warner.

Paramount


La paramount  se especializó en las películas épicas, de donde Cecil B. DeMille era su estilete, y las comedias frescas de la mano de afamados directores en género como Ernst Lubitsch. Fue la primera en darse cuenta de la importancia de los doblajes a la hora de exportar al extranjero películas con diálogos cada vez más abundantes. En los cuarenta se hace cargo de la RKO, y de todos los derechos sobre sus películas.

Columbia


En la actualidad es posesión del gigante japonés Sony, tras ser comprada previamente por Coca-Cola.  En sus comienzos ganó relevancia con los dramas costumbristas de Frank Capra. Tras la segunda guerra mundial resurge con fuerza gracias a figuras como Rita Hayworth

Con menos peso que las mayors, pero también de gran importancia en el devenir de la época dorada de Hollywood estaban las minors:

United Artist


Fundada por estrellas de la época (Chaplin, el matrimonio Pickford-Fairbanks y D. W. Griffith) en contraposición de las grandes mayors. Esta “osadía” les llevó a enfrentarse con el resto de los estudios, aun así salieron airosos y la hazaña prosperó. Tras su venta en los cincuenta los estudios destacan con éxitos como la saga de James Bond, que aún continúa hoy en día. Con el comienzo del nuevo siglo y tras un parón de veinte años la United Artist “resucita”, editando 3 o 4 títulos por año, hasta su reciente bancarrota.

RKO


Minor importante por ser cuna de grandes actores y actrices como los laureados Katherine Hepburn y Cary Grant, la pareja musical Rogers-Astaire o Robert Mitchum o de grandes películas como la mítica “King Kong” de M.C. Cooper (1933), “Ciudadano Kane” de Orson Welles (1942) o ser el difusor de las primeras películas de Disney. Su vida finaliza en los cuerenta tras ser comprada por la Paramount.

Metro Goldwyn Mayer


Aparecido tras la fusión de tres estudios en los años veinte, la MGM fue el sello de muchas de las más grandes y premiadas películas de la historia del cine: “Lo que el viento se llevó” (1939)“El mago de Oz” (1939), ambas de Victor Fleming o “Ben-hur” de William Wyler (1959), “Odisea en el espacio”  de Stanley Kubrick (1968), las andanzas de Tarzán y una serie de películas clave en la sociedad actual (las sagas de Terminator o Rocky por ejemplo). Finalmalmente en 2010 no es capaz de hacer pie a la crisis y anuncia su quiebra.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Cine de capa y espada


Pese a no ser un género propiamente dicho, quedándose a medio camino entre el cine épico y el de aventuras, El cine de capa y espada (o espadachines) ha sido uno de los que más ha conseguido entretener a lo largo de los años. Recordadas son las sesiones dobles en donde grandes héroes como Errol Flynn, Douglas Fairbanks o Stewart Granger, se granjeaban el amor de lindas damiselas mientras se libraban de los villanos a base de estocadas.

El cine de capa y espada es un cine de camaradería, familiar, de domingo a la tarde… que se ha ido estancando hasta casi desaparecer, salvo escasas aportaciones o remakes mucho más cercanos al cine de acción que otra cosa. Una pena por lo tanto que se convierte en reivindicación. Muchos somos los que vemos una gran carencia de ideas en el cine actual, y pese a saber que la mayoría de las veces que los grandes estudios echan la “vista atrás” es un síntoma inequívoco de fracaso, nos puede esa vena romántica de poder volver a ver ese cine de aventuras y valores con esos héroes tan en las antípodas de los actuales, que hormonados hasta las cejas, se pasan la mayor parte del metraje o bien por los aires o bien destrozando la mayor parte del decorado para mayor enjundia de los amantes de este cine de adrenalina.

Volviendo de los cerros de Úbeda centrémonos en la parte que nos toca que no es otra que nuestros espadachines. Una lista que gustará más o menos y en donde no se incluyen piratas, corsarios ni demás “fauna” marina, pues bien merece un post aparte.

El zorro

A la mayoría de nosotros se nos viene a la cabeza el misterioso Antonio Banderas en las dos películas de cuestionable calidad de Martin Campbell (1998 y 2005), sin embargo el gran zorro cinematrográfico fue también el primero de ellos: el gran Douglas Fairbanks que se ponía por primera vez el negro antifaz de este solitario héroe en 1920 a las ordenes de Fred Niblo en “La marca del zorro”, éxito que repetiría con “El hijo del Zorro” (1925).

El otro enmascarado famoso fue Tyrone Power que se puso en la piel del Zorro en los 40 con la exitosa “El signo del Zorro”. Series, sseries animadas, comics, seriales, películas de serie B, múltiples versiones de todas las nacionalidades imaginables hasta curiosidades como “Las eróticas aventuras del Zorro” (1972), incontables aportaciones basadas en este héroe de negro que combatía por la árida California del siglo XIX.


Robin Hood

Figura universal donde las haya. Quizá el ladrón más famoso de todos los tiempos. ¿Leyenda o realidad?. Solo si los frondosos bosques de Sherwood hablasen nos podrían relatar fidedignamente la mítica historia del utópico ladrón de los ricos y benefactor de los pobres en la Inglaterra de Ricardo “Corazón de León”.

Muchos actores encarnaron a este justiciero desde su primera aparición en 1909, pero quizá en más reconocido sea Errol Flynn que lo encarnó en 1938 en “Robín de los bosques” de Michael Curtiz. Anteriormente también Douglas Fairbanks lo había interpretado con acierto en la época muda a las órdenes de Allan Dwan en “Robin de los bosques” (1920). Imperdible es la historia de “Robin y Marian” (1976) de Richard Lester en donde un Robin Hood (Sean Connery) ya de vuelta de las cruzadas, veinte años después de sus aventuras vuelve a refugiarse de los brazos de su Lady Marian (Audrey Hepburn).

El último en empuñar arco y espada ha sido el australiano Russell Crowe en “Robin Hood” de Ridley Scott (2010). En el camino quedan reconocidas películas como la interpretada por Kevin Costner en el 91 (“Robin Hood, el príncipe de los ladrones”), incursiones animadas en la Disney (“Robin Hood” 1971) o distintas series y seriales.

  
D´Artagnan (y los tres mosqueteros)

La pluma de Dumas (basándose en las desconocidas, hasta entonces, “Memorias de M. D´Artagnan”) nos lega una de las figuras más universales del toda la literatura, hecho que no pasa desapercibido para el cine puesto que ya se encuentra su primera de las muchas adaptaciones de este clásico allá por 1912. El primer D´Artagnan de renombre para no perder la costumbre fue Douglas Fairbanks en “Los tres mosqueteros” (1923) y “La máscara de hierro” (1929). Ya con el sonoro lo identificamos con Don Ameche (“Los tres mosqueteros” [1939]), Cornel Wilde (que le dio vida en 1952 y 1979) o Gabriel Byrne (quizá en su versión más conocida “El hombre de la máscara de hierro” de Randall Wallace [1998]). Otros muchos han sido los que han pasado por la piel de este francés universal: bailarines como Gene Kelly (“Los tres mosqueteros de George Sidney [1948]), graciosos como Mario MorenoCantinflas” (“Los tres mosqueteros” Miguel Delgado [1942]), animados (como la inolvidable serie de los 80 “Dartacán y los tres mosqueperros”), interpretado por el mismísimo Sherlock Holmes ( Jeremy Brett el Holmes más famoso, con permiso de Basil Rathbone, también le dio vida en los 60 para una serie británica) hasta llegar al jovencísimo Logan Lerman (en la reciente “Los tres mosqueteros” de Paul W.S.Anderson revisionada en 2011 en 3D).


Cyrano de Bergerac

La obra de teatro basada en la vida del poeta francés Cyrano de Bergerac también conlleva conocidas adaptaciones al mundo del cine de capa y espada. La primera ya en 1900. Aunque los dos Cyranos más conocidos son José Ferrer interpretación por la que obtuvo el Oscar a mejor actor en los cincuenta y sobre todo (por más conocido para el gran público) Gerard Depardieu en los 90 con las películas “Cyrano de Bergerac” de Michael Gordon (1950) y “Cyrano de Bergerac” de Jean-Paul Rapennau (1990)
respectivamente.

  
Otros

La lista se nos antojaría interminable, pero abreviando encontramos más figuras dentro del cine de capa y espada de gran calibre litarario como:

Scaramouche de Rafael Sabatini, que cuenta entre sus mejores versiones cinematográficas con “Scaramouche” de Rex Ingram (1923)  y “Scaramouche” de George Sydney (1952) con Stewart Granger.

El príncipe y el mendigo la famosa novela de Mark Twain cuenta con dos versiones salientables: la de 1937 dirigida por William Keighley e interpretada por Errol Flynn y la de 1977 de Richard Fleischer.

El prisionero de Zenda (novela de Anthony Hope) cuenta con numerosas películas y series en torno al personaje, destacando la versión de 1937 de John Cromwell y la de 1952 de Richard Thorpe, con Stewart Granger. Basada en el personaje también tenemos la alocada “El estrafalario prisionero de Zenda” de Richard Quine (1979) interpretada por el histriónico Peter Sellers.

Pimpinela escarlata: Esta serie de novelas de la baronesa Orczy también tuvieron muy buena acogida en el cine resultando su primera versión sonora (Harold Young 1935) la de más renombre.

                    E.Flynn ("El Principe y el mendigo")                Stewart Granger como Scaramouche

Héroes patrios

Si a alguien le tenemos que agradecer este apartado es Arturo Pérez Reverte y es que sus novelas como “El maestro de esgrima” o la serie de “Alatriste” (que estos días estrena séptima entrega) han sido el caldo de cultivo para nuestras propias versiones cinematográficas de capa y espada. Bien que son muchos más recientes que el resto de ellas, pero su temática y hechura nada tiene que envidiar al resto de predecesoras. 

La primera versión la hizo Pedro Olea al comienzo de los 90 con “El maestro de esgrima” y seguro que todos recordamos a Viggo Mortensen (recién salido de la trilogía del señor de los anillos que tanta fama le dio) interpretando sobriamente y al aldo de un gran reparto a “Alatriste” de Agustín Díaz Yanes que no escatimó en gastos ni medios allá por el 2006 para adaptar las cinco primeras historias de tan magno capitán.

Cabe mención también el reciente fenómeno televisivo “Águila roja” de una calidad inferior, pero intratable ante los datos de audiencia que tanto mandan hoy en día y que recientemente, debido a ese rotundo éxito, llegó también a las pantallas de cine de las manos de José Ramón Ayerra



lunes, 21 de noviembre de 2011

Pedro Almodóvar


Para gustos colores, o al menos eso se dice. Y es que para analizar una filmografía tan particular como la de Almodóvar es bueno empezar el post con este dicho tan castizo.

Almodóvar, al igual que otros directores controvertidos como Bergman, Antonioni lejos de andarnos con medias tintas o gusta o no gusta. Lo que si que no le podemos negar es que ha sido y es nuestro director más internacional, y es que el director manchego tiene subyugada a la crítica norteamericana gracias a esa peculiar filmografía repleta de extravagantes personajes y truculentas historias.

Almodóvar nace casi mediado el siglo XX en Calzada de Calatrava un pequeño pueblo manchego perteneciente a Ciudad Real. Su vida transcurre con normalidad hasta que con 22 años recién cumplidos llega para establecerse en Madrid, en donde trabajar durante años como ordenanza de Telefónica, se topa de frente con la movida madrileña; esa generación de artistas que de la noche a la mañana revolucionan el panorama cultural de España.

Sus inquietudes lo llevan a inmiscuirse de pleno en este movimiento ochenteno: escribe, canta, compone pero sobre todo comienza a dirigir. Sus primeros trabajos fueron experimentales “Folle, folle, fólleme…Tim” (1978), “Pepi Luci y Bom y otras chicas del montón” (su primer largometraje datado en 1980), “Laberinto de pasiones” (1982), “Entre tinieblas” (1983), ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), “Matador” (1985), “La ley del deseo” (1986) o el cortometraje encargado por TVE para su programa “La edad de oro” (“Trailer para amantes de lo prohibido”).



Esta primera etapa de Almodóvar a parte de servir de transición paulatina desde los reductos de la movida madrileña al panorama cinematográfico español, le sirve al director para fijar las directrices es las que se va a basar su obra: mundos marginales, personajes atormentados, todo tipo de escándalos y constantes provocaciones a lo “políticamente correcto”. A parte de todo esto se rodea de actores y actrices que serán una constante a lo largo de su carrera las Carmen Maura, Rossy de Palma, Chus Lampreave o el mismísimo Antonio Banderas (al que sus papeles para Almodóvar facilitaron el salto definitivo a Hollywood) se convirtieron no solo en sus intérpretes fetiche (más tarde se les uniría Penélope Cruz), sino en íntimos amigos y amigas del director.



El estreno en 1988 de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, fue un antes y un después en la carrera de Almodóvar. La película funcionó a las mil maravillas, fue un bombazo de taquilla y consolidó al director en el panorama español y europeo. A parte de ello fue nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa. Hito entonces en un cine español carente de este tipo de reconocimientos (salvo el Oscar de “Volver a empezar” de Garci en el 82), y comienzo de una fructífera relación entre Almodóvar y Hollywood.


Con este fulgurante éxito Almodóvar comienza una nueva etapa en su filmografía. Una etapa un tanto irregular en la que se suceden inoportunos tropezones como “Átame” (1990), “Kika” (1993) o “Carne trémula” (1997) con aciertos como “Tacones lejanos” (1991) “La flor de mi secreto” (1995) y que cierra en el 99 con su tan ansiado y esperado Oscar (a parte del Globo de Oro entre otros muchos premios) con otro bombazo. “Todo sobre mi madre”.


Lejos de acomodarse ante tanto elogio Almodóvar se saca de la manga otra de sus más aclamadas películas: “Hable con ella” (2002) esta vez logra algo inaudita hasta ahora para nuestro cine: el Oscar al mejor guión original (y repite globo de Oro a mejor película de habla no inglesa). El cine del manchego está en su cúspide.


Tras estos dos grandes éxitos el cine parece haber entrado de nuevo en una involución, alternando de nuevo ciertos fiascos como “La mala educación” (2004) o “Los abrazos rotos" (2009) con buena películas como “Volver” (2006), en donde parece rendir homenaje a sus años manchegos. Mientras estos día digerimos su último trabajo, el esperado reencuentro con Banderas en “La piel que habito” (2011), esperamos con ansia ese nuevo y cíclico éxito en su filmografía que de paso a una nueva etapa. ¿Será quizá su nueva película?. El tiempo lo dirá.


sábado, 19 de noviembre de 2011

Natalie Wood


Muchos de nosotros nos encontramos estos días con la sorprendente noticia de que el caso de la misteriosa muerte de Natalie Wood, del que en unos días se cumplirán ya treinta años, va a ser reabierto al aparecer nuevos testimonios que inculpan a su marido en aquel entonces. Datos escabrosos y sensacionalistas a parte, esta noticia pone de nuevo de actualidad a una de las más prometedoras y fulgurantes actrices aparecidas tras el comienzo del declive del gran star-sistem hollywoodiense. Nos brinda por lo tanto una oportunidad de oro para repasar su brillante carrera.

De origen ruso (de hecho su nombre original es el de Natalia Nikolayevna Zajarenko) nace en San Francisco, muy cerca de la meca de cine, en un verano de 1938. Gracias al empeño de su madre, Natalie pronto comenzó a hacer sus pinitos como actriz. Muy mal no se le dió, puesto que pronto comenzó a ser valorada como una de las actrices más prometedoras de Hollywood, siempre en sana competencia con otra coetánea suya: Liz Taylor.

Su debut en la gran pantalla se produce con tan solo nueve años en 1947 aparece en “De ilusión también se vive” (George Seaton), y sobre todo en la exitosa “El fantasma y la Sra. Muir” (Mankiewicz).


En 1955 recibe lo que sería considerado como su bautismo de oro en la meca del cine. Rueda un título imprescindible dentro de la historia del cine: “Rebelde sin causa”, que si bien es recordada por ser uno de los tres grandes éxitos del sempiterno mito James Dean, le dio la oportunidad de optar al Oscar como mejor actriz de reparto.


Tras este fulgurante éxito, Natalie se embarca en un oscuro western de John Ford protagonizado por su alter ego John Wayne. El western resultó ser “Centauros del desierto” (1956), considerado por muchos el mejor de la historia (que ya es decir). Nuevo acierto para Natalie, que veía crecer su carrera y caché de forma estratosférica.


Tras cinco años rodando películas menores llega otro año clave en su carrera: 1961. Este lo fue por partida doble. Primeramente se embarcaba en un arriesgado musical basado en “Romeo y Julieta” y ambientado en el Nueva York de la época (“West side story” de Robert Wise). El musical cuajó un éxito sin precedentes alzándose con nada menos que diez Oscars. Por otra parte vuelve al ponerse en la piel de una  adolescente para reeditar éxitos pretéritos con “Esplendor en la hierba” (Elia Kazan), nuevo éxito y nueva nominación a los Oscar, esta vez como mejor actriz.


A raíz de esa colección de éxitos, se puede decir que la carrera de Natalie Wood acabó estancándose con el paso de los años. Sin llegar a ser mala ni mucho menos, los títulos que se suceden están muy por debajo de su talento destaquemos “Amores con un extraño” (1963) de Robert Mulligan en donde pudo optar sin suerte por tercera y última vez a alzarse con la codiciada estatuilla o “El candidato” (1972) el thriller político de Michael Ritchie protagonizado por Robert Redford.


En los últimos años Natalie alternaba el cine con la televisión, es este último medio la pudimos ver en una versión de “La gata sobre el tejado de cinc”, papel que curiosamente en el cine interpretó su “rival” Liz Taylor.

Así todo llegó 1981, Natalie estaba embarcada en su último proyecto “Proyecto Brainstorm” (que a la postre sería su título póstumo) y se encontraba celebrándolo en un pequeño yate propiedad de su marido, el también actor Robert Wagner, en presencia de este y de su compañero de reparto, y amigo de la familia, Christopher Walken. Tras una misteriosa noche el cuerpo de Natalie Wood apareció flotando sin vida en las aguas del Pacífico, se habló de alcohol, drogas, broncas maritales…La versión oficial (hasta hoy) fue un inoportuno resbalón a causa de los estupefacientes. Verdad o no quizá con la reapertura de caso se aporte nueva luz. El caso es que homicidio o fatalidad el cine quedó privado de una de sus grandes estrellas. Contaba tan solo 41 años.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Spaghetti Western



 El término “Spaghetti western” nace para acuñar a las películas ambientadas en el viejo oeste americano, pero sin embargo rodadas y financiadas en Europa, principalmente en España (en el desierto de Tabernas [Almería]) e Italia.

En los sesenta la época dorada del western (género norteamericano por antonomasia) parece estar tocando a su fin. Las grandes producciones comienzan a desarrollarse en torno a otros géneros y la producción de este tipo de cine está en franco retroceso.

Esta es la situación en la que se desarrolla el spaghetti western. Aparece en un principio como un subgénero del western en los comienzos de los sesenta. Se trata de películas con un coste de producción bajo muy cercanas al cine de serie B, rodadas al margen de los grandes estudios de Hollywood.

Pese a ello y gracias al innegable empujón que la exitosa trilogía del dólar de Sergio Leone. El spaghetti western consigue cautivar tanto a crítica como  a público, innovando y resucitando con ello un género que parecía abocado a una minoría.


La falta de medios era compensada con historias crudas, personajes oscuros y desaliñados (en las antípodas del héroe bueno americano), planos novedosos (míticos nos resultan los duelos al sol de los spaghetti western) o aportarle a la banda sonora la importancia que se le supone, pasando a ser un elemento fundamental en este género.

El principal valedor por lo tanto de este género fue el italiano Sergio Leone, un auténtico innovador de este género. Su trilogía del dólar, que encumbró a Clint Eastwood (como el hombre sin nombre) , se considera al mismo nivel, o incluso superior, al de los grandes clásicos del género, rodados con muchos más medios.







Tras estos tres films de Leone, bebedores de westerns oscuros como “Solo ante el peligro” (1952) de Zinneman o “Veracruz” (1954) de Robert Aldrich, que dieron alas al género y su incontestable éxito  aparecen las figuras de Ringo (“Una pistola para Ringo” y “El retorno de Ringo”) ambas de Duccio Tessare y sobre todo Django (casi una veintena de películas, aunque la obra maestra es la primera de ellas protagonizada por Franco Nero, que explota la violencia hasta el punto de tener que pasar por la censura). A parte Leone nos vuelve a encandilar con "Hasta que llegó su hora" (1968), con un excepcional "malvado" como Henry Fonda.



Otro giro de tuerca resulta el personaje “Trinidad” que mezcla el spaghetti western y con toques cómicos heredados del slapstick. Mítica es la pareja Terence Hill (Mario Girotti) que interpretaba a Trinidad y su inseparable Bud Spencer (Carlo Pedersoli) que interpretan de manera entrañable las cuatro películas de este ciclo (“Le llamaban Trinidad”, “Le seguían llamando Trinidad”, “Y después le llamaron magnífico”). Tanto fue el éxito de esta pareja que protagonizaron casi una veintena de películas repartiendo sus típicos mamporros.


Como figuras míticas de este género a parte de los ya mencionados Sergio Leone y Duccio Cesare tras las cámaras cabe mencionar también la labor de directores como Franco Giraldo o Sergio Corbucci.

En cuanto a los actores a parte de Clint Eastwood, quien quizá sea a quien más relacionemos con este género, también surgen figuras como Lee Van Cleef, Franco Nero (el más destacable de los “Djangos”), Charles Bronson, Terence Hill o hasta el gran Henry Fonda con su ya comentada interpretación en “Hasta que llegó su hora”.




Caso a parte es la banda sonora, que como ya se comentó aquí recibe la importancia debida. Ennio Morricone empieza a escribir su historia en el mundo del cine a base de las ya inolvidables piezas que compuso para su amigo Sergio Leone. Hoy prácticamente cada parodia que hacemos de este tipo de duelos lo hacemos entonando estos famosos acordes.



Tal fue el éxito del spaghetti western que fue capaz de influenciar el género del que partía, raíz de este esta eclosión se pueden ver films americanos claramente basados en los principios del spaghetti western sea el caso de la conocidas películas de Sam Peckinpah (con “Grupo Salvaje” [1969] a la cabeza). Hoy en día el spaghetti western es un género en desuso, pero no hay más que repasar la filmografía de exitosos directores actuales como Tarantino, Robert Rodríguez o Guillermo del Toro claramente influenciados por el género o hasta incluso Disney que recientemente le lanza un guiño a estas películas con un curioso camaleón metido en la piel de sheriff (“Rango” [2011]).