miércoles, 26 de septiembre de 2012

Henry Fonda



Henry Fonda no es solo uno de los más longevos y queridos actores del sistema de estudios de Hollywood, sino el patriarca de una familia dedicada por completo al cine con sus hijos Peter y Jane e incluso una tercera generación con su nieta Bridget (hija de Peter Fonda) han acabado hecho carrera en el sistema cinematográfico.

La carrera de Henry Fonda comenzó en los con los primeros años des sonoro, eran tiempos difíciles para los actores tras el famoso crack bursátil de 1929 y en plena consolidación del sistema sonoro, sin embargo el gran carisma de Fonda lo llevó a triunfar prácticamente desde su primera atrición en la gran pantalla.

Su primer gran éxito corrió a cargo de un director en alza en dichos años como Fritz Lang todo un recién llegado de la UFA alemana que pretendía continuar con su particular éxito y buen hacer al otro lado del Atlántico. La película en cuestión “Solo se vive una vez” (1937) fue un éxito en ambas filmografías.


En su siguiente proyecto importante une su talento a una de las actrices más cotizadas de la época. Forma pareja con Bette Davis en el famoso melodrama de Wyler “Jezabel” (1938). Además tiene tiempo de cerrar la década de los treinta con su primer western salientable “Tierra de audaces” (1939) e interpretando ni más ni menos que  atodo un mito de la cultura norteamericana como fue Lincoln en la película homónima de 1939 a cargo de John Ford.


Los cuarenta fueron los años de los western, del dúo Ford-Fonda surgieron obras de tal calibre como “Pasión de los fuertes” (1946), “El fugitivo” (1947) o “Fort apache” (1948) eso sin olvidarnos “Incidente en Ox-Bow” de William Wellman. Apariciones que convierte a Henry Fonda en todo un icono del género de cine norteamericano por antonomasia.


Pese a predominar el western entre sus elecciones y grandes éxitos la década de los cuarenta también la granjeó otros importantes éxitos como la comedia “Las tres noches de Eva” (1941) de Preston Sturges y sobre todo con la genial adaptación de la obra de Steinbeck “Las uvas de la ira” (1940)


Los años cincuenta ven mermada su participación en la gran pantalla, su ritmo de rodaje es sensiblemente inferior al de décadas pasadas, pero lo compensa eligiendo muy bien sus papeles llegando a firmar obras maestras en esta época como “Falso culpable” (1956) a las órdenes del mago del suspense, la grandiosa adaptación de Tolstoi a cargo de King Vidor “Guerra y paz” (1956) o uno de los mejores thrillers judiciales que se recuerden con la mítica “12 hombres sin piedad” (1957).


A raíz de tremendos éxitos la carrera de Fonda cayó en un lento y ligero declive. Seguía rodando a un buen ritmo pese a ser ya un actor veterano pero sus apariciones estelares se producían en grandes superproducciones corales generalmente de carácter bélico como “El día más largo” (1962), que narraba el célebre desembarco de Normandía, “La batalla de las Árdenas” (1965) o “La batalla de Midway” (1976), todas ellas batallas claves en el devenir de la segunda guerra mundial.



Sin embargo Henry Fonda siguió asociado al género en el que, pese a su gran versatilidad más cómodo se sentía: el western. Rodando westerns crepusculares junto a otro gran clásico como lo fue Jimmy Stewart como “Los malvados de firecreek” (1968) o “El club social de Cheyenne” (1970) o incluso haciendo incursiones en el recién estrenado spaghetti western con uno de las grandes obras de esta especie de subgénero: “Hasta que llegó su hora” (1968) de Leone.



Henry Fonda siguió rodando hasta prácticamente la fecha de su muerte y fue precisamente en su última película ya en los ochenta “En el estanque dorado” cuando la academia por fin reconoció su gran aportación al séptimo arte con su primer y único galardón en la gala de los Oscar como mejor actor principal, curiosamente so lo un año después de recibir el Oscar honorífico a toda su trayectoria. A buen seguro estos tardío pero oportunos reconocimientos mitigaron un poco más la falta de este gran actor, haciendo de algún modo justicia ante la calidad interpretativa demostrada a lo largo de décadas por el hombre de la mirada azul.

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