Nueva York no destila el glamour y romanticismo de París, ni la historia que tiene Londres ni siquiera los monumentos de Roma, pero sin embargo con el paso del tiempo ha conseguido posicionarse como la ciudad predilecta de muchos cineastas a la hora de filmar sus películas, convirtiéndose con ello en una especie de decorado gigante que se mimetiza en el día a día de millones de neoyorkinos, que ven como un día si y otro también cualquier rincón de la ciudad se convierte en parte de la trama de un sinfín de películas.
Desde le nacimiento del cine han sido muchos los directores que han tenido debilidad por esta ciudad a la hora de ambientar sus películas. De Nueva York se han mostrado sus comienzos y desarrollo, la época de la ley seca y del crack bursátil, sus bajos fondos, sus barrios más exclusivos, incluso se han aventurado a someterla a diferentes catástrofes o a imaginar su aspecto en tiempos futuros. Si duda Nueva York es la ciudad por excelencia dentro del cine.
Hablar de Nueva York es hablar de grandes directores que la mostraron y publicitaron al mundo, engrandeciendo aun más sus esencia con bellas películas que retrataban a la perfección el estilo de vida de los neoyorkinos. Directores como Coppola, Scorsese o Woody Allen (los dos últimos nacidos en Nueva York) que a lo largo de sus filmografías muestran distintos puntos de vista de una ciudad que les ha servido de inspiración en muchas películas; muchas de ellas grandes éxitos, no solo en sus respectivas filmografías sino del la historia del cine en general. Curiosamente en los ochenta los tres directores se unen en un curioso proyecto homenaje a la ciudad con “Historias de Nueva York” (1989), un compendio de tres historias acontecidas en la ciudad que reflejan a la perfección la visión de cada uno de ellos de esa ciudad que tanto les ha dado.
Scorsese nos ha ido relatando a lo largo de su excelente carrera la evolución de Nueva York. Resulta imprescindible resaltar el dueto formado por “La edad de la inocencia” (1993) y “Gangs of New York” (2002), que describen los albores de la gran ciudad que hoy en día contemplamos. La primera de ellas ambienta en las grandes familias de clase alta acomodadas a lo largo de las grandes avenidas de Manhattan y la segunda centrada en los bajos fondos y en la guerrilla entre bandas en un época en donde sobrevivir en zonas como Five points se antojaba cuanto menos difícil.
Scorsese también salto a la fama por sus películas urbanas ambientadas en los bajos fondos de Nueva York. Una Nueva York nocturna en donde se reúne gente de todo tipo y condición como bien puedo comprobar De Niro en una especie de trilogía dentro de las muchas colaboraciones con Scorsese. Quizá la más conocida aparición fue como Travis Bikle, el atormentado taxista de “Taxi driver” (1976), que ahogaba su angustia circulando por los bajos fondos neoyorkinos. Bajos fondos también muy bien representados en un de los primeros éxitos del director y del actor “Malas calles” (1973) o ya dentro de un ambiente musical en “New York, New York” (1977).
El otro director claramente influido por la ciudad de cristal es Woody Allen, de hecho hasta hace poco que empezó rodar en Europa, ensalzando ciudades como Londres, París, Roma o Barcelona (en agradecimiento a la buen acogida que siempre le deparó el público europeo) su gran campo de rodaje fue Nueva York. “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993), “Hannah y sus hermanas” (1986), “Annie Hall” (1977), “Poderosa afrodita (1995), “Balas sobre Broadway” (1994)…y así podríamos seguir hasta casi completar su filmografía, pero si hemos de destacar una sobre el resto esa ha de ser “Manhattan” (1979), ese perfecto retrato en blanco y negro de una ciudad que por arte de magia (o de Woody Allen) pasa a ser más un personaje que un simple decorado en esta ya mítica película.
El tercero en discordia es Coppola con un perfecto retrato de la ciudad en los años veinte con películas como “Cotton Club” (1984), ambientada en el legendario club de Harlem y sobre todo con “El padrino II”(1974), una meticulosa ambientación de Little Italy y de la inmigración en una de sus épocas de auge.
Siguiendo la estela de los grandes directores nos damos cuenta que muchos de ellos firman grandes obras ambientadas en esta ciudad así uno de los más grandes como Kubrick, se despide del mundo del cine con “Eyes Wide shut” (1999), un thriller, que logias a parte nos muestra un Nueva York nocturno y solitario o Sergio Leone, también a modo de despedida lejos de sus reconocidos spaghetti western, rueda en los ochenta “Érase un vez en América”(1984), en donde al igual que Scorsese o Coppola, nos muestra la evolución de esta gran ciudad. Una película callejera que sigue la evolución de los pandilleros hijos de emigrantes recién llegados a Manhattan, personajes que con el tiempo se convertirían en piezas clave de los bajos fondos durante la famosa ley seca.
Sin embargo Nueva York trasciende mucho más allá del buen hacer de un puñado de directores, que bien por comodidad o bien por embelesamiento recurren a ella a la hora de sacar a delante sus películas. Nueva York es la ciudad en la que Spiderman surca su famoso skyline, es la ciudad en donde un inmenso simio llamado “King Kong” (1933) decide convertir a un edificio como el Empire State building en un icono por un simple acto de amor o en donde Marilyn Monroe echa a volar su blanco vestido con la corriente del metro en una de sus escenas más recordadas e imitadas en “La tentación vive arriba” (1955) de Wilder.
Nueva York es una ciudad romántica quien no recuerda a una resacosa Audrey Hepburn desayunando un cruasán delante de la famosa Tiffany´s, mientras Manhattan amanecía, a unos jóvenes Robert Redford y Jane Fonda paseando su amor por Nueva York en “Descalzos por el parque” (1967) de Gene Saks o a Cary Grant y Deborah Kerr quedando para la posteridad en la azotea de Empire State building en una de las citas más recordadas y lloradas por muchos de los cinéfilos en “Tu y yo” (1957) de Leo McCarey.
La gran manzana es sinónimo de éxito, nos preguntamos que sería del cine de Spike Lee sin el barrio de Brooklyn, tantas veces retratado en sus películas, como le iría la carrera Dustin Hoffman si no llega a aceptar el papel de Rizzo en “Cowboy de medianoche” (1967) o si “West side story”(1961) lograría ese incontestable éxito (con diez Oscars) con esa adaptación de “Romeo y Julieta” a la Nueva Jersey de los años cincuenta.
De Nueva York se han mostrado hasta sus museos. “Noche en el museo” (2006) en el Museo de historia natural o las famosas persecuciones en las famosas escaleras helicoidales de Frank Lloyd Wright del Museo Guggenheim de nueva York de un sinfín de películas como por ejemplo “The internacional”(2009) de Tom Tykwer.
De todos modos no todos los directores parecen adorar tanto la gran ciudad. Han sido muchos de ellos lo que la han sometido distintas catástrofes desde invasiones de monstruos mutantes como en “Godzilla” (1998) de Roland Emmerich a cambios climáticos como “El día de mañana” (2004) o futuros apocalípticos como la famosísima escena, estatua de libertad por medio, de “El planeta de los simios” (1968) de Franklin J. Schaffner.
Lo que está claro es que la ciudad se ha convertido en todo un referente cinematográfico, que ha conseguido impulsar el turismo de la ciudad hasta cotas insospechadas, siendo uno de los destino preferidos a la hora de viajar en todo el mundo. Que mejor manera de despedir el post que con este cinematográfico homenaje que circula por la red.
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