En 2010 fallecía uno de los grandes rostros de la comedia y
todo un patriarca de artistas. Con Tony Curtis no solo se marchitaba una cara
bonita de Hollywood, sino uno de los mayores galanes de comedia que ha conocido
el cine.
Hijo de emigrantes húngaros nace en el barrio neoyorquino de
Bronx en 1925, su apolínea figura y su agradecido rostro pronto le abren las
puertas del cine y así en 1949 ya se lo ve formar parte del elenco de
“Dirección prohibida”, lo que es considerado su debut cinematográfico.
No es sin embargo hasta “El gran Houdini” (1953) cuando su
figura alcanza notoriedad en Hollywood. Tras haber estrenado papel principal en
otras cintas anteriores como “El hijo de Alí Babá”, es con la figura del mítico
mago con la que finalmente se lanza al estrellato.
Tras una serie de filmes bélicos y de aventuras otro título
del mundo del mundo del espectáculo acude a Tony Curtis para seguir dando
relumbrón a su carrera. En “Trapecio” se muestra la competitividad oculta
dentro del mundo del circo a través de un excelente trío de actores, en donde
al margen del propio Tony también brilla la belleza de Lollobrigida y las dotes
para las acrobacias de Burt Lancaster.
Mientras tanto Tony Curtis sigue rodando comedias románticas
en donde tan bien se desenvuelve a la que vez en cuanto añade otros géneros
dando muestras de su versatilidad mucho más allá de comediante, por lo que sin
duda es recordado. Uno de estos títulos es una gran cinta de aventuras que
rueda junto a su amigo Kirk Douglas que narra las aventuras del mítico pueblo
escandinavo en “Los vikingos” (1957).
Su espaldarazo definitivo viene en 1959 con una de las
mejores comedias de la historia. Gracias a “Con faldas y a lo loco”, que es sin
lugar a duda el colofón dentro del género cómico, Tony Curtis es recordado por
todos con cariño, interpretando a ese tímido y ficticio millonario que bebe los
vientos por una espectacular Marilyn Monroe.
El éxito de las dos cintas anteriores lo llevan a engordar
el elenco de cintas similares en la década venidera con diversa suerte, así
gracias a “Los vikingos” rueda “Espartaco”, de nuevo junto a Kirk Douglas y
bajo las órdenes de un genio como Kubrick en lo que todavía hoy en día es una
de las mejores obras de la historia.
Y su aparición en “Con faldas a lo loco” lo reúne junto a
una espléndida Audrey Hepburn en “Encuentro en París” (1964), sin que el
resultado sea ni mucho menos igual que la genial comedia de Wilder.
La esplendorosa década de los sesenta, sin duda la mejor de
su carrera se cierra con dos títulos antagónicos entre sí. Una hilarante
comedia a cargo de Blake Edwards como lo fue “La carrera del siglo” (1965) y
una sombría y aterradoramente realista interpretación del frío estrangulador de Boston (1968).
Sus últimos años dedicados al cine dejan una buena retahíla
de títulos de los que a penas un par de ellos son rescatables participaciones
en cintas corales como “El último magnate” (1976) o la adaptación del clásico
de Agatha Christie “El espejo roto” (1980).
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