Con Anne Bancroft repasamos una figura quizá no muy conocida
por el gran público, pero con una selecta e importante filmografía que siempre
conviene repasar.
De ascendencia italiana, nace en la América del “new deal”
posterior al crack del 29 en el neoyorkino barrio del Bronx. Ya desde muy
pequeña decide dedicarse al mundo de la interpretación, y ya con la tierna edad
de cinco años se la ve acudir a clases de baile e interpretación, de ahí al
centro de interpretación de Manhattan a completar su formación y ya entrados
los años cincuenta y con apenas veinte añitos da el salto a Hollywood.
Su estreno no fue ni mucho menos el soñado, papeles
discretos en películas de bajo presupuesto hacen que replanteé su idea y
regrese a casa desanimada, pero no rendida ni mucho menos. Dedica todos sus
esfuerzos al teatro, y ahí si que logra éxitos, galardones y fama, lo que la
hace concederse una segunda oportunidad y regresar a Hollywood.
Corre ya le final de la década de los cincuenta y se la
puede ver en títulos de mayor calado como “La tierra del orgullo” (1956) o un
título relevante del cine negro como fue “Al caer la noche” (1958), sin embargo
su asalto al estrellato no se produce hasta los años sesenta con un título
clave en su carrera. “El milagro de Anna Sullivan” (1962) le otorga no solo
fama mundial sino que la conduce a alzarse con su única estatuilla a mejor
interpretación.
Así pues con un Oscar en mano la carrera en Hollywood se hace más fácil y los directores se rifan sus trabajos. Aparece en títulos como “Siempre estoy sola” (1964) o la coral “Siete mujeres” (1966) y trabajo tras trabajo llega la obra por la que más será recordada. En 1967 actúa en una controvertida obra seduciendo a un joven Dustin Hoffman en la imperecedera “El graduado”.
Sin nada que demostrar afronta los años setenta estrenado una dulce madurez y aporta su experiencia a obras como el biopic sobre Churchill. “El joven Winston” o actuando junto a su marido Mel Brooks en una de sus obras principales como “La última locura”.
Los últimos años los aprovecha para seguir trabajando sin descanso, eso si ya con papeles mucho más secundarios y aparece en obras relevantes como “El hombre elefante” (1980) de David Lynch o “Buscando a Greta” de Sydney Lumet.
Sus papeles eran cada vez más contados hasta la llegada del nuevo siglo en donde se despide del cine con apariciones en un par de comedias románticas como “Más que amigos” (2000) o “Las seductoras” (2001), cuatro años más tarde fallecía en su Nueva York querido y con ella se apagaba aquella madre madurita y seductora que cautivó a cientos de jóvenes en los sesenta y setenta, representados perfectamente por la candidez de Dustin Hoffman en la imperecedera “El graduado”.
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