miércoles, 21 de noviembre de 2012

Dziga Vertov y el cine ojo


Si hablamos de grandes figuras del cine soviético a todos se nos viene a la mente Eisenstein o Pudovkin como las dos grandes referencias del cine comunista. Sin embargo y pese a que su cine no proliferó tanto como los dos primeros Dziga Vertov se antoja como una figura imprescindible para la compresión del cine y sus vanguardias.


Vertov fue un documentalista coetáneo de Eisenstein y Pudovkin que tiene como máximo logro crear el movimiento de Cine Ojo (Kino Glaz) como respuesta al noticiario Kino Pravda (o cine verdad) del que el mismo sería fundador. Tal fue la relevancia del movimiento que grandes figuras del cine como Godard y otros eruditos de la nouvelle vague se implicaron seriamente en revivir la figura del documentalista en creando a finales de los sesenta el Grupo Dziga Vertov, que duró un total de cinco años dando como resultado prácticamente una decena de películas que seguían las premisas del cine de Vertov


En cine ojo o Kino Glaz de Vertov se caracterizaba por una serie de premisas a fin de conseguir una total objetividad, liberando con ello a las imágenes de todo artificio subjetivo. Para ello las imágenes deben ser captadas sin preparación alguna, sin guión, ni siquiera decorado o puesta en escena. Los actores no pueden ser profesionales. Lo único realmente importante es el montaje como nexo de unión de fragmento de realidad. En resumen el Kino Glaz es una filosofía por traer la verdad sin artificios, aunque para ello se deba de adulterar todo método de construir una película. La idea se basa en que una lente debe observar la realidad mejor que un ojo humano, ya que este está dotado de subjetividad. Toda esta teoría es fielmente reflejada en su obra como en “Cine ojo. La vida al imprevisto” (1924)

Quizá su obra cumbre llegue con “El hombre de la cámara” (1929), un precioso retrato del San Petersburgo de la época, de sus gentes y de sus cotidianeidad que no solo queda para la posteridad como un instrumento sociológico sino como uno de los documentales más meticulosos que fueron capaces de crear escuela dentro de este género cinematográfico.

La obra de Vertov, pese a ser escasa y poco conocida, a excepción de las obras mencionadas cuenta con aportaciones a ensalzar el régimen como “El undécimo año” (1928), analizando la situación tras la revolución de octubre o “Tres cantos para Lenin” (1930), donde se centra en la figura del líder soviético.


Vertov también es el artífice de la primera película de animación soviética. En 1924 con “Juguetes soviéticos”, analiza la situación de su país basándose en una seria de caricaturas políticas utilizadas en periódicos de la época.


Otra obra experimental fue “Entusiasmo. Sinfonía del Donbass” (1931) en donde al ser su primera obra sonora experimenta con el sonido como antes nunca se había hecho. Un filme en donde se pueden escuchar incluso “conversaciones” entre voces, música e incluso sonidos (generalmente industriales).

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