Si hablamos de los directores más influyentes en el mundo
del cine de las últimas décadas es obligado aludir a Steven Spielberg. El
apodado rey midas de Hollywood, es el encargado en embarcarse en grandes
producciones aptas para todos tipo de públicos desde dramas bélicos, aventuras
para toda la familia, comedias o adaptaciones del cómic. Lo que si está claro
es que todo proyecto en el que se embarca Spielberg tiene una gran
trascendencia mundial siendo todo un fenómeno de masas, en donde muchas de sus
películas han estado batiendo registros de recaudación y a la vez engrosando la
cada vez más pobladas arcas del bien llamado rey midas del cine.
El caldo de cultivo del joven Spielberg fue la televisión de
los sesenta, esa televisión ya arraigada y que le permite contribuir con sus
primero trabajos, en donde el genio comienza a labrar su exitosa carrera. De
estos primeros años destacan sobre todo sus colaboraciones en series
televisivas. Su primer corto, “Amblin” (1968), le sirve a parte de seguir
indagando en el mundo de la dirección para tomar el nombre de lo que será su
actual productora. Su primer gran trabajo fue un telefilme televisivo de bajo
presupuesto, “El diablo sobre ruedas” (1971) todo un clásico de persecuciones
que sin embargo ha sabido envejecer muy bien hasta el punto que a día de hoy es
considerada por muchos incluso una película de culto.
Su gran espaldarazo llega en 1975 con “Tiburón”. Un enorme
escualo que atemoriza a unos incautos bañistas que con un impresionante banda
sonora de su eterno colaborador John Williams supone la pérdida definitiva del
anonimato de este joven y prometedor director. Sin duda Steven Spielberg había
entrado en Hollywood por la puerta grande.
La década de los setenta los cierra con una cinta de culto
dentro de los seguidores de la ciencia ficción, producida y escrita por el
mismo como “Encuentros en la tercera fase” (1977) y su primer contacto con la II guerra mundial, aunque sea en tono cómico, con “1941” (1979), toda un sátira
en torno a la entrada de los Estados Unidos en el gran conflicto bélico.
Los años ochenta se abre con el fenómeno Indiana Jones, pues
en 1981 se iniciaba la aventura del arqueólogo más famoso de toda la historia del cine. De todos son sabidas las
aventuras de Indi encarnado por Harrison Ford, en una de las trilogías más
famosas de todos los tiempos, cerrada en los ochenta, y que recientemente ha
decidido desempolvar con una cuarta parte (y una quinta para 2015), de un ya
achacoso Indi, que debe ayudarse de su vástago para seguir en la cresta de la
ola con sus múltiples aventuras, y que sin embargo, pese a ser un revés para el
mito, a penas consigue empañar la esencia de la trilogía original, adorada por
múltiples adeptos y todo una acontecimiento social desde la época de su
estreno.
El otro fenómeno de los ochenta fue un adorable
extraterrestre que responde al nombre de “ET” (1982). Toda un generación de
niños que creció con la celebre frase de “teléfono…mi casa” y que lloró cuando
por fin el carismático ser consigue regresar a su planeta original y dejar
desconsolados a su pobre tropa de amigos terrícolas, felices por su marcha pero
triste por la pérdida de lo que para ellos era más que un compañero de juegos.
A Spielberg le supone su definitiva consagración como uno de los grandes de
Hollywood, y una nueva nominación a los Oscar.
Sin embargo su siguiente película no dejó de ser un batacazo
para un Spielberg en lo más alto de su carrera. Una gran superproducción sobre
el racismo y la esclavitud de la América sureña de las plantaciones de algodón
del siglo pasado. Once fueron las nominaciones que no llegaron buen término en
la gala de los Oscar de aquel año, inscribiendo en nombre de “El color púrpura” (1985) en la lista negrea de la gala como una de las grandes perdedoras de
todos los tiempos. Muchos quizá la recuerden por esta anécdota sin embargo un
visionado nos lleva a algo más que una superproducción fallida, nos lleva a un
filme sobre personas, historias y relaciones que nos hace reflexionar sobre una
oscura época de la historia.
Tras el fiasco entra en un perido de transición marcado por
tres cintas muy diferentes entre si. Un revisión de la II guerra mundial con la
recordada “El imperio del sol” (1987) con un jovencísimo Christian Bale,
“Always” (1989) una conmovedora historia sobre pilotos de extinción de
incendios y que sin duda será recordada por ser el último papel de un ángel
radiante como Audrey Hepburn y “Hook” (1991) una libre adaptación del clásico
de Peter Pan que pasa sin pena ni gloria por las pantallas.
Llegado este momento Spielberg necesita un nuevo empujón
para enderezar su debilitada carrera y con un avance tecnológico prodigioso en
la época resucita dinosaurios en la exitosa adaptación de best seller de
Crichton “Parque jurásico” (1993) la película resulta un auténtico bombazo de
taquilla y de lugar a dos secuelas, la segunda de ellas también dirigida por el
propio Spielberg cuatro años más tarde, pero de este mismo año data también la
que quizá sea a fecha de hoy so obra más aclamada, el excepcional relato
narrado en un bello blanco y negro sobre la historia de Oskar Schindler, la
auténtica alma benefactora de cientos de judíos que deben sus vidas a la
actuación altruista de este hombre durante la II guerra mundial. La película se
convierte en todo un clásico y arrasa en los premios Oscar alzándose con siete
estatuíllas, de las cuales una a mejor película y otra a mejor dirección.
Como siguiendo un especie de ciclo, Spielberg se enfanga de
nuevo con un historia sobre la esclavitud, en “Amistad” (1997), que narra los
hechos del famoso motín de esclavos a bordo del barco “La amistad”, para volver
a la palestra con otra historia sobre la segunda guerra mundial con “Salvar alsoldado Ryan” (1998), perfecto relato sobre el desembarco de Normandía que le
otorga a día de hoy su segundo y definitivo Oscar como mejor director.
La nueva era viene marcada por su retorno a la ciencia
ficción. Así inaugura milenio con una vieja aspiración del visionario Kubrick
que por fin pude ser llevada a la gran pantalla gracias a los grandes avances
tecnológicos. En “Inteligencia artificial” (2001), Spielberg retoma el eterno
sueño futurista de la humanidad: crear vida artificial. Un mundo futurista que
también refleja en su siguiente estrenos en “Minority report” (2002) nos enseña
un Washington del futuro. Una megalópolis en donde para atrapar a los
criminales ha de usarse la última tecnología psíquica. Y por último cierra esta
especial trilogía con otra adaptación más de la famosa obra de H.G. Wells “La guerra de los mundos” (2005).
Entre ellas tiene tiempo para rodar un par de comedias
basadas en hechos reales, que sin llegar a ser grandes obras dentro de su
filmografía, tienen bastante buena acogida entre el gran público se trata de
“Atrápame si puedes” (2002) donde un escurridizo timador como Leonardo Di
Caprio ha de escaparse de un sabueso del FBI como Tom Hanks y “La Terminal” (2004), en donde Hanks repite papel protagonista como un “sin papeles” que por
un error burocrático se ve obligado a vivir en un aeropuerto.
Tras ellas su obra vuelve a diversificarse. Relata los
atentados terroristas que paralizaron al mundo durante la olimpiadas de Munich
72, adapta a cine sin reparar en gastos y de manera totalmente digitalizada a
todo un mito del cómic como Tintin y vuelve con dos cintas históricas un bélica
centrada en la primera guerra mundial con “Caballo de batalla” (2011) y el
reciente biopic sobre la figura de “Lincoln” (2012).
Toda una carta de presentación para un director que lo ha
ganado todo y que a la vista de sus nuevos proyectos ( a la ya mentada quinta
parte del mito de Indiana Jones le sumamos una nueva historia futurista de
ciencia ficción sobre robots) demuestra que a sus recién cumplidos 66 años aun
le queda mucho cine y espectáculo que ofrecer.
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