Siguiendo la estela de los post relacionados con el cine
bélico en este caso vamos a centrarnos en una contienda que a quien más o a
quien menos la ha tocado vivir de cerca, quizá no en primera línea pero si
hablamos de familiares o allegados que participaron allá por 1936 en el
conflicto más mediático llevado a cabo en nuestro suelo las cosas cambian. Y es
que en este caso nos ocuparemos de desentrañar la guerra civil española a
través de la mirada del cine.
En lo convulsos año que fueron desde 1936 a 1939 España se
debatió en una de las guerras fraticidas más encarnizadas de toda la historia
reciente de Europa. Esos tres años de barbarie fueron suficientes para que le
frente nacional o sublevado se levantase en armas desde el archipiélago canario
y el protectorado de Marruecos para poco apoco pero con paso firme subyugar la
segunda república que apenas llevaba imperando cinco años como método de
gobierno en España.
Los generales Sanjurjo y Mola a los que más tarde se les
uniría Franco (futuro caudillo de la autoproclamada “Una grande y libre”
durante los casi cuarenta años que duró su régimen dictatorial) liderarían este
movimiento católico y de derecha con sesgo fascista para borrar de una vez por
todas el laicismo imperante con la segunda república.
Durante estos años se hicieron famosas las cruentas batallas
como las del Jarama o la del Ebro, nos estremecimos con múltiples fosas comunes
de caídos republicanos, con un régimen de terror permanente en donde cualquier
ciudadano vivía sometido al continuo juicio popular por su ideología o a una
época de racionamiento y empobrecimiento general como pocas veces se había
vivido en la historia reciente de nuestro país.
Un buen caldo de cultivo por lo tanto que nutrió y sigue
nutriendo de argumentos e ideas al cine español, siendo uno de los temas más
recurridos por los cineastas españoles a la hora de trazar un drama o una
película histórica. Historias de vencedores y vencidos, de dramas personales,
de crudas historias de represión, de lucha ideológica. La eterna historia de
una contienda en donde solo se albergan perdedores en donde lo que menos
importar es el bando que se impone sus ideas a base de utilizar la fuerza.
Hablar de la guerra civil cinematográficamente hablando no
es solo hablar del cine propagandístico a favor de régimen franquista hasta el
punto de rodarse obras basadas incluso en relatos del propio Franco como en
“Raza” (1941) de Saenz de Heredia (importante figura del cine de postguerra a
la par que primo del más alto cargo de la falange José Antonio Primo de Rivera).
Es hablar de una pluralidad de enfoques
que nos permiten ver la contienda desde los distintos puntos de vista de todos
los que allí se reunieron. Si bien la parte nacional siempre tendió a obviar
sus motivos para tomar frente en el conflicto, simplemente rodando un cine
propagandístico que ensalzara el gran régimen dictatorial imperante hasta 1975
con la entrada de la transición y la democracia (con la consiguiente caída de
la censura) el español medio ha podido alcanzar la oportunidad de ver de la
manera más fidedigna posible lo pasado en aquellos tres duros y largos años que
pusieron a España en boca del mundo entero.
Muchos de los grandes directores del cine patrio han
incluido alguna película dentro de su filmografía que de una manera o más o
menos directa abordase este período oscuro de la historia de España, así es el
caso de Berlanga que deja a las manos de Dios a una cuadrilla republicana en
suelo nacional en “La vaquilla” (1985), “¡Ay, Carmela!" (1990) de Saura de
argumento similar puesto que en esta caso los aislados en territorio enemigo
son una troupe de cómicos o “Las bicicletas son para el verano” (1984) de Jaime
Chávarri, ambientada en el convulso Madrid de 1936 según la gran obra teatral
de Fernando Fernán Gómez.
De sesgo republicano y de carácter feminista, relatándonos
de una manera más o menos fiel el modo de vida en este frente son “Libertarias”(1996) de Vicente Aranda, guerra vista a través de los ojos de unas milicianas
anarquistas o la conmovedora “Las trece rosas” (2007) de Emilio Martínez-Lázaro,
sobre la historia, basada en hechos reales, en torno a trece mujeres condenadas
de manera injusta por “rebeldes” en tiempos en donde le régimen no estaba para
bromas.
Ahondando un poco más en la filmografía patria reciente nos
detenemos en figuras como la de Cuerda que alcanzó un espaldarazo definitivo
para público y crítica con “La lengua de las mariposas” (1999), ambientada
precisamente en el período de la guerra y que siguió fiel a sus ideas en torno
al conflicto con “Los girasoles ciegos” (2008) (centrada en este caso el
período de postguerra) o como la de otros veteranos como Imanol Uribe o Antonio
Mercero, que nos mostraron su visión del conflicto con la conmovedora “El viaje de Carol” (2002) con unos jóvenes Juan José Ballesta (ya conocido por sus
precoz papel en “El bola”) o Clara Lago (que precisamente debutaba en este film)
y con la preciosa fábula ambientada en Madrid “La hora de los valientes” (1998)
respectivamente.
Directores de una generación más joven también se ven
interesados y concienciados con aquel período. Casos como el de David Trueba
con “Soldados de Salamina” (2003) o el debutante Emilio Aragón con “Pájaros de papel” (2010) comienzan a ser cada vez más comunes en un cien español que o
bien por falta de ideas o por conciencia social recurre cada vez más a la
guerra civil a la hora de expresar su cine.
Desde fuera de nuestras fronteras también nos llegan
muestras ambientadas en nuestro conflicto bélico. Miradas quizá no tan
enturbiadas por la experiencia y que desde la imparcialidad dan su punto de
vista sobre la contienda. Miradas como la del siempre comprometido Ken Loach,
que con “Tierra y libertad” (1995) tradujo su ideología al campo de batalla
español o de directores menos comprometido socialmente como Guillermo del Toro
que ambienta su afamada “El laberinto del fauno” (2006) en la postguerra
española.
De un cine tan lejano a priori como el de Hollywood también
llegan ejemplos, eso si a cuentagotas y litigando a duras penas con la censura
imperante en España. Ejemplo como “Bloqueo” (1938) de William Dieterle o la
superproducción “Por quien doblan las campanas” (1943), basada en la obra de
Hemingway (que vivió la guerra civil en primera persona) son buen ejemplo de
ello.
Un buen puñado de ejemplos que nos sirven para acercarnos a
la contienda bélica más reciente y mediática sucedida en nuestro país a lo
largo de la historia y que nos sirve para ir completando un poco esta serie de
post dedicados al cine bélico.
La guerra de Independencia Americana