sábado, 19 de noviembre de 2011

Natalie Wood


Muchos de nosotros nos encontramos estos días con la sorprendente noticia de que el caso de la misteriosa muerte de Natalie Wood, del que en unos días se cumplirán ya treinta años, va a ser reabierto al aparecer nuevos testimonios que inculpan a su marido en aquel entonces. Datos escabrosos y sensacionalistas a parte, esta noticia pone de nuevo de actualidad a una de las más prometedoras y fulgurantes actrices aparecidas tras el comienzo del declive del gran star-sistem hollywoodiense. Nos brinda por lo tanto una oportunidad de oro para repasar su brillante carrera.

De origen ruso (de hecho su nombre original es el de Natalia Nikolayevna Zajarenko) nace en San Francisco, muy cerca de la meca de cine, en un verano de 1938. Gracias al empeño de su madre, Natalie pronto comenzó a hacer sus pinitos como actriz. Muy mal no se le dió, puesto que pronto comenzó a ser valorada como una de las actrices más prometedoras de Hollywood, siempre en sana competencia con otra coetánea suya: Liz Taylor.

Su debut en la gran pantalla se produce con tan solo nueve años en 1947 aparece en “De ilusión también se vive” (George Seaton), y sobre todo en la exitosa “El fantasma y la Sra. Muir” (Mankiewicz).


En 1955 recibe lo que sería considerado como su bautismo de oro en la meca del cine. Rueda un título imprescindible dentro de la historia del cine: “Rebelde sin causa”, que si bien es recordada por ser uno de los tres grandes éxitos del sempiterno mito James Dean, le dio la oportunidad de optar al Oscar como mejor actriz de reparto.


Tras este fulgurante éxito, Natalie se embarca en un oscuro western de John Ford protagonizado por su alter ego John Wayne. El western resultó ser “Centauros del desierto” (1956), considerado por muchos el mejor de la historia (que ya es decir). Nuevo acierto para Natalie, que veía crecer su carrera y caché de forma estratosférica.


Tras cinco años rodando películas menores llega otro año clave en su carrera: 1961. Este lo fue por partida doble. Primeramente se embarcaba en un arriesgado musical basado en “Romeo y Julieta” y ambientado en el Nueva York de la época (“West side story” de Robert Wise). El musical cuajó un éxito sin precedentes alzándose con nada menos que diez Oscars. Por otra parte vuelve al ponerse en la piel de una  adolescente para reeditar éxitos pretéritos con “Esplendor en la hierba” (Elia Kazan), nuevo éxito y nueva nominación a los Oscar, esta vez como mejor actriz.


A raíz de esa colección de éxitos, se puede decir que la carrera de Natalie Wood acabó estancándose con el paso de los años. Sin llegar a ser mala ni mucho menos, los títulos que se suceden están muy por debajo de su talento destaquemos “Amores con un extraño” (1963) de Robert Mulligan en donde pudo optar sin suerte por tercera y última vez a alzarse con la codiciada estatuilla o “El candidato” (1972) el thriller político de Michael Ritchie protagonizado por Robert Redford.


En los últimos años Natalie alternaba el cine con la televisión, es este último medio la pudimos ver en una versión de “La gata sobre el tejado de cinc”, papel que curiosamente en el cine interpretó su “rival” Liz Taylor.

Así todo llegó 1981, Natalie estaba embarcada en su último proyecto “Proyecto Brainstorm” (que a la postre sería su título póstumo) y se encontraba celebrándolo en un pequeño yate propiedad de su marido, el también actor Robert Wagner, en presencia de este y de su compañero de reparto, y amigo de la familia, Christopher Walken. Tras una misteriosa noche el cuerpo de Natalie Wood apareció flotando sin vida en las aguas del Pacífico, se habló de alcohol, drogas, broncas maritales…La versión oficial (hasta hoy) fue un inoportuno resbalón a causa de los estupefacientes. Verdad o no quizá con la reapertura de caso se aporte nueva luz. El caso es que homicidio o fatalidad el cine quedó privado de una de sus grandes estrellas. Contaba tan solo 41 años.

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