miércoles, 27 de junio de 2012

Greta Garbo


Lo de Greta Garbo con el cine fue amor a primera vista, ella quería las cámaras y las cámaras la querían a ella. Con ella nació el star sistem, el sistema de casta de grandes actrices y actores, la publicidad a raudales y la gran acogida del gran público. Con ella nación “la divina”.

Nacida a principios de siglo en el frío Estocolmo en el seno de una humilde familia, Garbo pronto comienza su relación con el séptimo arte, eran los pretéritos tiempos del cine mudo en donde Suecia era una de las capitales del séptimo arte en donde grandes pioneros como Stiller o Sjostrom preparaban las primeras obras de arte del cine.

Precisamente a las ordenes de Stiller se puede ver a una joven Greta Guftanson (su verdadero nombre) empezar lo que sería su breve pero meteórica experiencia en el mundo del celuloide. De todas estas primera y mudas apariciones destacamos “La saga de Gosta Berling”, basada en la famosa novela de Selma Lagerlöf y un preciso retrato de la Suecia del siglo XIX.


El éxito de cine europeo pronto se ve arropado por el norteamericano, que más rico e influyente no duda en echar sus redes en los excelentes viveros de Europa y así es como múltiples artistas hacen sus maletas y se marchan al país de las oportunidades en su particular búsqueda de fama y poder. Entre todas estas personas se incluyen la joven Greta Garbo y el ya afamado director Mauritz Stiller.

Junto Stiller comienza su andadura por el incipiente cine americano con un drama romántico de poca repercusión como fue “La tierra de todos” (1926), sin embargo su primer gran éxito y título reseñable al otro lado del charco sería su interpretación de “Ana Karenina”, según la obra de Tolstoi.


Tras estos primeros trabajos en suelo americano llegan títulos reconocidos como “La mujer divina” (1928) de la que apenas se conservan ocho minutos, pero que valió para darle el sobrenombre por el que será para siempre conocida o la más exótica “Orquídeas salvajes” (1928).


En los años treinta Garbo tuvo que pasar la dura prueba de transición del mudo al sonoro, muchos eran los actores y actrices de éxito que no lograban adaptarse a tan importante y definitivo cambio, sin embargo el carisma de la divina seguiría llenando pantallas de todo el mundo con el cine sonoro, de hecho su primera película sonora (“Anna Christie”) fue su primera nominación a los Oscar y la Garbo triunfaba como bien rezaban los famoso eslóganes “La garbo habla…”. Greta Garbo saboreaba las mieles del éxito cuando decide enfundarse vistosos vestidos para convertirse en la “Mata hari” más seductora de la historia del cine.


Tras el éxito de su primera experiencia sonora, repite nominación un año después con “Romance” y se catapulta definitivamente al olimpo de los dioses y diosas de la gran pantalla con la mítica “Gran Hotel” (1932). Por fin estaba claro que la aventura de la Garbo por Norteamérica, por la que sinceramente pocos apostaban se había afianzado hasta límites insospechados. Greta Garbo era sin duda la actriz del momento en los años treinta.


Tras el rotundo éxito de “Gran Hotel”, Greta Garbo brilla interpretando a la famosa “Reina Cristina de Suecia” (1933) de Rouben Mamoulian en otro título que a buen seguro se encuentra entre sus papeles más recordados y vuelve a su género predilecto con otro renace de gran éxito como “El velo pintado” (1934), reciente y nueva adaptación al cine.


 A mediados de los años treinta Ana Karenina vuelve a la vida de Greta Garbo para sustraer una de sus mejores interpretaciones (premiada incluso con el premio de círculo de críticos de Nueva York). Y con Camille (“La reina de las camelias”) cierra su participación en adaptaciones de literatura clásica (en este caso de Dumas hijo) con su tercera nominación a los Oscar.


En sus dos siguiente películas, con las que cierra la década de los treinta interpreta a mujeres de este en la primera a “Maria Waleswka” (1939), siguiendo la relación entre una aristócrata polaca y el mismísimo Napoleón (Charles Boyer) y en la segunda a la conocidísima “Ninotchka” (1939), quizá su película más popular y publicitada con el eslogan Garbo ríe!, en alusión a su primera película sonora (Garbo habla!) y en referencia a la famosa escena final con carcajada incluida de una actriz y persona de rostro impenetrable que acentuaba más quizá su frialdad y hermetismo ante el gran público, tanto en sus interpretaciones como en su vida privada y por la que lograría su última nominación al Oscar (premio que nunca se llevó, algo que solventó la academia concediéndole uno en 1954, ya retirada, por todos los logros en su carrera y que fiel a su estilo rechazó)


Visto el éxito de Ninotchka (su primera comedia), Cukor el gran director de mujeres y de comedias la recluta para su nuevo proyecto, “La mujer de las dos caras” (1942), pocos desconfiarían que esa alocada comedia sería la última de la filmografía de una de las más grandes y fascinantes actrices que ha dado Hollywood, pues tras ella y a la temprana edad de 37 años Greta Garbo anunciaba su retirada en lo más alto. Su vida continuaría la margen de los focos y las grandes fiestas. Una vida que decidió vivir a su manera, de forma introvertida y tranquila hasta que ya de anciana y aun recordada por muchos se apagaba su estrella a los 84 años. Con ella nos dejaba la primera gran estrella femenina del cine mudo que consiguió trascender y adaptarse de una manera sobresaliente a las exigencias del sonoro.

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