miércoles, 8 de febrero de 2012

Animales en el cine

Esta semana Spielberg estrena una nueva superproducción “Caballo de batalla” (2012), una historia ambientada en la I guerra mundial, que narra la bonita relación entre un joven y un caballo. Spielberg recurre de nuevo a un género que le es familiar y que tantos éxitos le ha dado como es el bélico, pero en este caso vamos a ahondar en la historia, y es que a lo largo de la historia del cine cientos han sido las historias que transcurrían con animales como protagonistas, muchos de ellos llegando a ser considerados auténticas estrellas. No nos olvidemos de la recién fallecida mona “Cheetah” (Chita), que en realidad era un mono, el famoso delfín “Flipper” o el juguetón San Bernardo “Beethoven”, por citar simplemente a algunos.


El caso es que este post pretende recoger muchas de esas tiernas historias o películas que marcaron nuestra infancia o juventud con estos actores y actrices un tanto “peculiares”.

Los que realmente se levan la palma en este tipo de películas son los perros al ya citado “Beethoven” (1992) de Brian Levant, que cuenta a día de hoy con siete entregas, le podemos sumar al perro más deportista de todos: un habilidoso golden de nombre “Air bud” (1997), que consigue hacerle sombra a Beethoven, al menos en cuanto a películas se refiere pues cuenta con cuatro secuelas (eso si no contamos a sus vástagos los “buddies” que últimamente parecen haberle robado protagonismo a su famoso padre [cuentan con cinco películas en su haber]).


Otras famosas historias con perros son la conmovedora Hachi-ko (1987) de Seijirô Kôyama, especie de fábula basada en hechos reales que nos muestra la fidelidad de estos animales y que cuenta con su remake americano protagonizado por Richard Gere a manos de Lasse Hällstrom.



En el extremo contrario esta “Cujo” (1983) de Lewis Teaque, historia basada en un relato de Stephen King, en donde un bonachón perro se convierte en uno de los animales más despiadados tras ser mordido por un murciélago.


Sin embargo si hablamos de perros ninguno hay tan famoso como Lassie, ese astuto Collie que ya por los años cuarenta protagonizaba películas y series televisivas y es motivo de constantes secuelas y remakes e incluso de series animadas.


Otros cinematográficos perros serían los “101 dálmatas” que de la mano de Stephen Herek pasaron de la animación de Disney a la gran pantalla (contando incluso con una secuela) o la curiosa historia de  Rin-tin-tin que pasó de formar parte de las filas nazis para ser entrenado y convertirse en un verdadera estrella en los Estados Unidos.



Desde el mar las auténticas estrellas son los cetáceos: “Flipper”, ese inteligente delfín, que alcanzó gran relevancia en los sesenta y que ya el los noventa dio un repunte a su fama con una conocida película y la revisión de la serie televisiva y por otro lado la orca Willy que con tanta ansia deseaban liberar allá por los noventa “Liberad a Willy” [1993] de Simon Wincer y que ya cuenta con tres secuelas más.



Los osos, supuestamente debido a su “facilidad” para su adiestramiento son también protagonistas de un buen número de conocidas historias en el celuloide. La más conocida sea quizá “El oso” (1988) de Jean-Jacques Annaud, una preciosa película de supervivencia en medio de unas impresionantes localizaciones. Al más puro estilo Annaud, Werner Herzog estrenó hace unos pocos años “Grizzly man” (2005) que nos acercaba a la vida salvaje de este peligroso, pero a la vez fascinante plantígrado de Norteamérica. De temática similar, aunque de menos factura, resulta también “El pequeño panda” (1995) de Christopher Cain.


Otro de los animales salvajes más reconocidos dentro de la gran pantalla es “Colmillo blanco” (1991) de Randal Kleiser , esa mezcla de perro y lobo que muestra una fidelidad fuera de los común por su amo y padre adoptivo (un joven Ethan Hawke) y que a parte de una secuela dio rápidamente el paso a la pequeña pantalla en forma de serie televisiva.


Los simios también forman parte de ese colectivo de actores especiales que ven dejando su huella en el cine el más recordado (con permiso de la ya citada Chita) es “King Kong” (1933), ese romántico gorila gigante que aterraba a Nueva York solamente por amor que coto con dos secuelas una en 1976 y otra ya entrado el nuevo siglo a manos de Peter Jackson. Y de temática muy similar encontramos también “Mi amigo Joe” (1998) de Ron Underwood, otro romántico gorila que se crea un vínculo muy especial de Charlize Theron y por último el impresionante biopic sobre Dian Fossey qua alcanzó grandes cuotas de éxito en los ochenta: “Gorilas en la niebla” (1988) de Michael Apted



Rebuscando en nuestra memoria cinematográfica encontramos nuevas muestras: Jean-Jacques Annaud repite experiencia con los animales dieciséis años después de su éxito “El oso” con “Dos hermanos” (2004) la tierna historia de dos pequeños tigres separados al nacer que se reencontrarán años después, “Una amistad inolvidable” (2007) de Luc Jacquet preciosa relación entre una solitaria niña y un huidizo zorro o quien nos e acuerda del cerdito más adorable del cine: el famoso “Babe: un cerdito valiente” (1995) de Chris Noonan que solo soñaba ser un buen perro pastor pese a la burla de sus compañeros de granja y que años después decide “mudarse” a la ciudad “Babe: el cerdito en la ciudad” (1999) de George Miller. Y en consonancia con la película que nos acerca este post encontramos otra historia con un caballo como protagonista, en este caso, en torno a la vida de un afamado caballo de carreras en “Seabiscuit” (2003) de Gary Ross.


Finalmente en el mundo de los documentales para la gran pantalla destacamos dos que causaron gran impacto en su estreno: “Nómadas del viento” (2001), nominado al Oscar como mejor documental o “El viaje del emperador” (2005) de Luc Jacques, que si logró alzarse con la estatuilla o el falso documental “La historia de un camello que llora” (2003), que pese a ser una película producida en un país de nula tradición cinematográfica como Mongolia, tuvo gran trascendencia en su estreno, siendo incluso nominada a los Oscar.


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