martes, 1 de mayo de 2012

Hitchcock en Hollywood (años 40)



El debut de Hitchcock en el siempre exigente cine de Hollywood viene de mano del productor independiente David O. Selznick, Selznick sabedor del gran éxito cosechado por Hitchcock a lo largo de Europa le hace una tentadora oferta, que sumada a la inestabilidad reinante en Europa, sumida en la segunda guerra, acaban de convencer al genio londinense para cruzar el charco de una vez por todas.

A su llegada Hitchcock es presentado como el mago del suspense, calificativo que lo perseguiría el resto de su vida y para su debut le está reservada una extraordinaria historia gótica basada en una historia de Daphne Du Maurier que responde al nombre de “Rebeca” (1940). El film resulta un éxito aplastante, logra la estatuilla a mejor película y confirma a Hitchcock como una de los grandes valores emergentes en el cine de Hollywood, para regocijo de Selznick.


El rotundo éxito cosechado por Hitchcock fue aprovechado por la industria cinematográfica para concienciar de la importancia de una guerra que pese a ocurrir a miles de kilómetros de los Estados Unidos cercaba cada vez más los intereses del gigante norteamericano. De este proyecto propagandístico surge “Enviado especial” (1940), que pese a no contar entre sus mejores títulos optó a seis Oscar (incluida mejor película).


El trabajo de Hitchcock era cada vez más reconocido en Hollywood así lo demuestra en 1941 al rodar con Cary Grant, una de las mayores estrellas de momento (que por otra parte se acabaría convirtiendo en uno de los actores fetiche del director inglés) el estupendo thriller de “Sospecha” (1941) en el que metía al galán por excelencia en la piel de un enigmático marido de oscuras intenciones (algo que no comprendió muy bien el público en un primer momento, más acostumbrado a ver al conocido actor en papeles más favorecedores).


El año 1941 también valió para aportar al a filmografía de Hitchcock una “rara avis” como “Matrimonio original”, comedia al uso americano con un de las reinas de la taquilla en aquella época como Carole Lombard. La apuesta no pareció funcionar y Hitchcock se mantuvo alejado de la comedia romántica en resto de su dilatada carrera, siendo fiel al thriller que tanto éxito le estaba deparando.


Con “Sabotaje” (1942), Hitchcock instaura en norteamérica el primer remake sobre un film suyo de éxito pretérito en el Reino Unido (al igual que años más tarde haría con “El hombre que sabía demasiado”), en este caso centra la trama en la segunda guerra mundial, ganando de esta forma la conciencia de una Norteamérica sumida de lleno en el conflicto bélico.


Sus dos siguientes películas pasan algo desapercibidas para el gran público vistas desde la perspectiva que dan el paso de los años observamos que han envejecido de forma distinta, mientras que “La sombra de una duda” (1943), pese a no encontrarse entre sus títulos más reconocidos, luce como una historia fresca y llena de intriga “Naufragos” (1944) parece haberse quedado como un experimento minimalista muy alejado del efecto conseguido años atrás con su exitosa “Alarma en el expreso” (1938).


“Recuerda” (1945), su siguiente película, a parte de ser la primera colaboración de Hitchcock con Ingrid Bergman, una de sus actrices fetiche en España será recordada por las escenas oníricas de un trastornado Gregory Peck tan bien diseñadas por un genio como Salvador Dalí.


Precisamente con Ingrid Bergman repite al año siguiente, en este caso junto a otro de sus actores predilectos, Cary Grant, en una película de espionaje en la segunda guerra mundial. Si la película se titula “Encadenados” (1946) muchos cinéfilos se darán cuenta que estamos ante una de las obras cumbre del mago del suspense.


Hitchcock cierra la década de los cuarenta con tres nuevas películas, dos de las mismas no pasarán a engrosar sus grandes títulos. “El proceso Paradine” (1947) resulta ser un buen thriller judicial, que pese a contar con un buen reparto no parece haber cuajado entre el gran público y “Atormentada” (1949) se convierte en uno de sus películas más controvertidas y desconocidas, pese a contar dentro del elenco de actores con Ingrid Bergman, sinónimo de éxito al lado del director británico.


Caso a parte es “La soga” (1948) una obra con un carácter claramente teatral y minimalista y que aparte de ser la primera incursión de James Stewart en el cine de Hitchcock, que tantos éxitos les deparará a ambos en el futuro, cuenta con la curiosidad de estar rodada en único plano secuencia, lo que da muestras una vez más de virtuosismo de director británico.

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