martes, 12 de marzo de 2013

Victor Fleming


Quizá no se uno de los nombres más recordados de la historia del cine, comienza su carrera relativamente tarde y tiene la desgracia de caer víctima de un fulminante infarto en lo más alto de su carrera lo que reduce notablemente su número de obras,  pero lo que si es innegable es que de su factoría han salido muchas de las películas capitales del séptimo arte. La carrera de Victor Fleming al igual que otros muchos directores parte de la época del cine mudo, esa época en la que el cine todavía en pañales se afrontaba de otra manera y el concepto de director no era el mismo que actualmente, de hecho en esta época Fleming ofrecía su servicios a grandes producciones como escenógrafo o camarógrafo tras entrar en el mundo del cine de forma más que anecdótica, ya que por aquel entonces era chofer.

Su primera obra en solitario llega con los últimos estertores del cine mudo y recibe como título “El destino de la carne” (1927) y deja para la posteridad el Oscar a Emil Jannigs, el primero a una interpretación masculina. Los siguientes años los dedica a seguir trabajando y a labrarse una carrera cinematográfica duradera. De esta temprana época destacan trabajos con Gary Cooper como “El virginiano” (1929) o “Tierra de pasión” (1932) con Clark Gable, galanes ya muy reconocidos en la época.


Su primer gran trabajo llega con una de las primeras adaptaciones de la famosa novela de Stevenson “La isla del tesoro” (1934) junto a la joven promesa Jackie Cooper. El éxito fue abrumador y para su siguiente obra también se hace acompañar de Freddie Bartholomew, otro niño prodigio, para una historia de marineros de alta mar que hará historia. Se trata de la preciosa fábula sobre los valores de la vida de nombre “Capitanes intrépidos” (1937).


Con el final de los años treinta coincide su entrada en el olimpo de Hollywood, primero sustituyendo a un George Cukor inmiscuido en una serie de problemas con productores y elenco (las malas lenguas hablan de una conducta homófoba por parte de Clark Gable) de la mítica “Lo que le viento se llevó” y segundo con otra de las obras emblemáticas de la historia del cine. Una fábula de fantasía que trasporta a Judy Garland desde su Kansas natal al fantástico mundo de Oz en la versión más aclamada y reconocida de “El mago de Oz” (1939).


Con otra obra de Stevenson “El extraño caso del Dr. Jekyll ” (1941) con la que se reúne de nuevo con Spencer Tracy como en “Capitanes intrépidos” inicia la década de los cuarenta con el mismo éxito que su predecesora.


Esta década viene marcada con sus colaboraciones con Spencer Tracy, repitiéndose en binomio hasta en dos ocasiones más, aunque sin la misma suerte que en anteriores colaboraciones. Los títulos en cuestión son “La vida es así” (1942) y “Dos en el cielo” (1943).


Su última gran aportación al cine fue en forma de película histórica. Un revisión del mito de Juana de Arco con Ingrid Bergman como protagonista, hasta que en 1949 llega el fatal desenlace para Victor Fleming. Un fulminante infarto deja en el tintero varios interesantes proyectos, entre los que se encontraba curiosamente “La soga”, que posteriormente adapta Hitchcock a la gran pantalla, y se culmina así una breve pero intensa e importante colaboración de Victor Fleming con el mundo del cine.

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